NUEVO BLOG

NUEVO BLOG
EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

lunes, 21 de diciembre de 2015

SI SE PUEDE, PERO ¿SE QUIERE?

¡Por fin!, pensarán algunos y algunas: ya han pasado las elecciones generales. Los discursos y las arengas a los votantes ( potenciales o hipotéticos, fieles o díscolos) dejan paso a análisis de todo tipo y para todos los gustos. Lo cierto es que, la máxima del “pueblo ha hablado” es una realidad. Y lo ha hecho con muchas voces: ahora falta que las voces se pongan de acuerdo.
Los grandes derrotados, si no se da la posibilidad de un acuerdo que posibilite la formación de gobierno, no serán las tácticas más o menos explícitas de los partidos contendientes, sino la ciudadanía. Ir a unas elecciones nuevamente conviene, en mi opinión, únicamente a las tácticas que unos y otros tienen al respecto de sí mismos olvidando esas ilusiones o expectativas de cambio, regeneración y justicia que muchos y muchas ( con diferencias, con matices) compartimos.
Al igual que ocurrió en las elecciones municipales, la fragmentación ( o la pluralidad) en cuanto a la representación es, por un lado, la expresión de un descontento y la agregación de éste a unas opciones políticas, principalmente Ciudadanos y Podemos: uno por el centro derecha y otro por la izquierda. Y por otro, la constatación de que la estrategia de conservación, principalmente de la izquierda tradicional (considerando como tal a PSOE e IU) desarrollada durante décadas, ha creado una desafección de la que se han aprovechado legítimamente otros.
En el caso del PSOE, haber hecho oídos sordos a las voces que desde la calle pedían más democracia ( en todos los sentidos y hacia todas las direcciones), más derechos y menos privilegios ( económicos, institucionales o judiciales), ha propiciado que la equidistancia política con los potenciales votantes e incluso simpatizantes ( y militantes) les haya situado en una complicada pero no irresoluble situación. En cuanto a Podemos, podríamos decir que se da el caso a la inversa: recoger ese discurso popular y construir una alternativa política en torno al mismo y, por consiguiente al sentimiento de abandono que la ciudadanía venía sintiendo, ha propiciado la emergencia de un movimiento de izquierdas, pero sin lastres simbólicos y sin élites previas marcadas por un pasado institucional que arrojarles a la cara. Pero, el diagnóstico del porqué sirve de bien poco en la situación en la que nos hemos situado, pues aparentemente las estrategias, pese a ser diferentes y divergentes, coinciden en algo: unos, por querer conservar, y los otros, por ocupar el espacio.
El entendimiento es posible si la voluntad existe más allá de las tácticas a medio y largo plazo que parecen subsistir tanto en unos como en otros. Pero éste entendimiento será imposible si se anteponen, a los intereses que dicen defender, líneas rojas inflexibles: o por mantener cuotas de poder, o por conservar las ganadas. Las líneas rojas deben suavizarse pues el diálogo que han mandatado las urnas ( creo, pues si las urnas han jugado a favor de un supuesto frentismo entre el “a mí me toca ahora o a yo tengo la legitimidad histórica”, el fracaso ya no sería de los actores políticos sino de quienes les sustentan) se basa en el entendimiento, y éste, en la cesión, premisas básicas para el acuerdo.
No obstante, queriendo ser optimista, soy realista. Y éste realismo me lleva a leer entre líneas los primeros mensajes que los líderes ( tradicionales o emergentes) lanzan, más que a la ciudadanía, entre ellos. Y estos mensajes son, aparentemente, trincheras irrenunciables, por lo que lo del entendimiento y el acuerdo parece, por lo menos difíciles.
Muchas cosas deberían cambiar, empezando por el carácter” protopresidencialista”  que algunos líderes ( tradicionales y emergentes) asumen: las bases y la ciudadanía seguro que tienen algo que decir.
Pero insisto: si la voluntad no es trabajar por los derechos y la democracia, y sí en pos de objetivos hegemónicos (mantenerlos o conseguirlos), flaco favor se estaría haciendo a quién y qué  se dice defender: acabar con el austericidio que la derecha ha impuesto, y profundizar en la justicia social y la democracia o, ¿de qué estamos hablando?.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

INCOGNITAS.


Dentro de unos días, la “pesadez” de la campaña dejará paso al silencio de la reflexión: la ciudadanía tendrá que, o ratificar su intención o decidir. Y esa decisión tendrá diferentes motivaciones, todas ellas legítimas pero con efectos diversos.
Es una evidencia que el panorama electoral no es en absoluto similar a 2011: hay opciones políticas que han emergido con una fuerza que, pese a que pueda parecer un fenómeno sorprendente, es fruto de un sistema hasta el día hegemonizado por dos opciones mayoritarias. Los nuevos han venido para quedarse y su efecto, tanto en el caso de la “nueva” derecha, como de la izquierda heredera de los movimientos de contestación ciudadana del 15M, van a ser positivos. En el caso de la nueva derecha (Ciudadanos, a la que atribuyo el papel de nueva derecha a la vista, por ejemplo, de su programa económico de claro corte neoliberal) viene a “regenerar” a la vieja derecha: a modernizar el centro derecha con un discurso en lo social de corte liberal pero sin desprenderse del todo de viejos tics. La izquierda aglutinada como catalizador en torno a las exigencias ciudadanas de más y mejor democracia, de más derechos y justicia, ha avanzado en detrimento no solo del aspecto electoral, sino del espacio político de la izquierda y centro izquierda tradicional. No obstante, los efectos inmediatos ( a largo plazo creo que nadie es capaz de aventurarse a una predicción ya que ésta estará en función de la actividad pública e institucional que ambas desarrollen tras las elecciones) son, al margen de positivos hacia las viejas estructuras partitocráticas anquilosadas y prisioneras de los intereses de sus élites, inciertas en cuanto a los equilibrios y viabilidad política tras el día 20.
En mi opinión, existen ( como decía) motivaciones diversas a la hora de decidir el voto: a quién, porqué y porque no. Entre éstas motivaciones están las emociones. Éstas, han decantado el voto de protesta; el voto contra el sistema extractivo  que ha gobernado periódicamente éste país hacia una opción (Podemos) que es fruto de una magnifica estrategia política ( asumiendo el discurso de la desafección y haciendo suyos las exigencias de más y mejor democracia y más justicia frente a los especuladores) pero que puede ser al mismo tiempo victima de la política real. Si el objetivo es un cambio de gobierno, ¿Es útil votar a los emergentes?. Desde el legítimo punto de vista de las emociones ( a favor y en contra) evidentemente sí: cumple las premisas de satisfacción que el ciudadano busca con su voto. Pero, ¿desde el punto de vista racional de la ecuación de costos/beneficios ( que definen otra de las opciones que definen las decisiones a parte de las enmueradas);?.  ¿Si se vota a Ciudadanos, tiene opción éste partido de gobernar?. Según los datos demoscópicos, no: pero la suma ( directa o indirecta) sí permitiría a la derecha ( siempre según los pronósticos demoscópicos, insisto) seguir en el gobierno aunque, evidentemente, no de la misma manera( condicionado por los planteamientos desde la oposición de un “socio” legítimamente ambicioso). ¿Y si se vota a Podemos?. Podría ocurrir ( siempre en función de la estrategia a medio y largo plazo de ésta formación política) que la excesiva perdida de representación del PSOE tenga como resultado que la suma sea imposible y, por lo tanto, siga gobernando la derecha. ¿Esto supone que hay que votar al PSOE en detrimento de Podemos?. No. Esto supone que lo deseable sería que el voto socialdemócrata le diese la suficiente representación para poder sumar con Podemos.
Es cierto que el PSOE ha perdido apoyo electoral a favor de Podemos, y Podemos se ha dejado querer, insinuando que su estrategia era deteriorar al PSOE para ocupar su espacio. Este objetivo no es probable que se produzca porque pese a la más que presumible bajada del PSOE, el suelo electoral del tradicional partido socialdemócrata sigue siendo alto debido a las características de los votantes fieles que ha consolidado. Luchar por desbancar de una forma radical al PSOE es un suicidio, no para Podemos, pero si para las posibilidades de un cambio real: el argumento de Podemos de que el PSOE es más de lo mismo es falso, pues la coyuntura es, tan radicalmente diferente que ineludiblemente éste partido va a tener que adaptarse a una situación cualitativa y cuantitativamente diferente: ya no habrán mayorías y si desea recuperar algo del espacio perdido deberá recuperar igualmente el carácter socialdemócrata en detrimento del social liberal que ha desarrollado en demasiadas ocasiones.
Como decía ( y termino) la decisión racional basada en la ecuación de costes y beneficios podría ser planteada de la siguiente manera ( en mi opinión): ¿qué costes tiene votar al PSOE a sabiendas que la situación ni es, ni será la misma que antes del 20D?. Quizá la renuncia a parte de la emotividad como condicionante del voto y una racionalidad en cuanto al objetivo de desbancar a la derecha, como beneficio.

La opinión es libre, y cada cual decidirá emocional o racionalmente ( o en una combinación de ambas), pero como la cuestión es expresar una opinión fundamentada en razones y no sólo en emociones, mi resumen es: votar a Ciudadanos, propiciará la continuidad de la derecha. Votar a Podemos en “demasiado” detrimento ( y basado en un discurso emotivo pero poco concreto en lo posible o viable dada la coyuntura supranacional que nos condiciona) del PSOE, propiciará igualmente que la derecha continúe gobernando. La decisión no es fácil, pero estoy seguro que, pase lo que pase, cada uno de nosotros habrá acertado y sólo el tiempo dará o quitará razones a la reflexión crítica y vigilante que se producirá a lo largo de la legislatura: todo ha cambiado.