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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

lunes, 20 de octubre de 2014

UNAS LÍNEAS PARA DEBATIR.

Como vecino de éste pueblo, considero que es una obligación inherente al hecho de ser ciudadano opinar y proponer cuestiones que, desde en mi opinión ( de ciudadano), pueden ser, como mínimo, debatibles en el ámbito de la política municipal, ámbito donde el reduccionismo de la gestión de los servicios mínimos y bajo mínimos, parece restringirse a meras cuestiones de mantenimiento urbano y poco más ( algún acto puntual e inconexo para cubrir un expediente con el cual poder concurrir, en el caso de los partidos, a las elecciones con un curriculum más o menos completo).

La política municipal es, por su cercanía a los y las ciudadanos y ciudadanas, el campo de acción política más inmediato, aunque no el más relevante dadas las restricciones legales que el Estado impone a la administración local. No obstante, considero que se tienen instrumentos suficientes para plantear algo más que la mera gestión de los recursos y las necesidades cotidianas, motivo por el cual, creo que sí es posible articular un verdadero planteamiento que supere la parálisis institucional en la que nos encontramos desde hace demasiados años.

Uno de los recursos retóricos en los discursos políticos es, "la resolución de los problemas de los ciudadanos", sin valorar que, en la mayoría de ocasiones esos problemas son creados por el propio consistorio. Pongamos un ejemplo: ¿si desapareció el bono libro, la mayoría de ayudas al transporte, la mayoría de ayudas para comedor, podría la institución municipal intervenir a través de la creación de servicios financiados directamente ( sin necesidad de conceder ayudas directas)?. ¿Si existe un superavit municipal dado el esfuerzo de la ciudadanía y de los y las trabajadores y trabajadoras públicos ( paga extra, rebaja salarial...), porqué éste, tras amortizar la exigua deuda municipal, no va destinado a programas concretos de ayuda a jóvenes, parados de larga duración, ayudas a los y las estudiantes universitarios, programas de atracción de empresas, creación de servicios a las familias con mayores a su cargo y niños o niñas menores de tres años?.

Es cierto que hablar de la creación de empleo, por ejemplo, es un recurso fácil, porque lo difícil es concretar el cómo, pero insisto en que, sin vulnerar la ley que impide la creación de más plazas de trabajadores públicos, se puede ayudar directa y concretamente a través de otros mecanismos ( promoción del cooperativismo, inversión en tecnología, infraestructuras para la instalación de nuevas iniciativas económicas, creación directa de bolsas de trabajo para apoyar a las personas en mayor riesgo de exclusión, etc)

Hablar de promocionar el comercio local es otro de los recursos retóricos a que nos tienen acostumbrados, pero ¿qué tipo de comercio, para qué, cómo?. Cuando se propone es necesario plantear las vías de esa ayuda y los objetivos de las mismas.

Que el modelo unidireccional y estacional del turismo no es suficiente, es evidente. No se puede obviar a este sector, pero no puede ser sobre que se construya un proyecto de futuro: ni este, ni el volver al ladrillo. Por consiguiente, apoyar a los llamados "emprendedores" ( todos somos potencialmente emprendedores, pero la diferencia está en quién tiene los fondos necesarios para poder emprender, y quien tiene solo las ideas y precisa de ayudas para asegurar otro de los tópicos que, pese a repetirse, no se cumple: la igualdad de oportunidades) no puede ser solo un discursos, ha de concretarse en líneas políticas y económicas.

El pueblo de El Campello debe desprenderse cuanto antes de los "gestores" y poner al frente de la institución a representantes políticos con ideas, dispuestos a debatirlas ( incluso a cambiarlas como fruto del debate) y consensuarlas con la ciudadanía. Y lo debe hacer, no desde la pasiva espera a que los mensajes o promesas llenen el vacío de argumentos, pues si algo habrá que hacer en los tiempos que se avecinan, será valorar, no lo pintoresco de la propuesta, sino su viabilidad y su repercusión en la vida presente y futura de éste pueblo. El Campello, como muchos otros municipios, necesita de decisiones verdaderamente revolucionarias, pero no por su contenido ideológico, sino por su compromiso, primero, con la democracia, y en segundo lugar, con el bienestar de todos y todas, pensando no solo en el rédito electoral que pueda obtenerse, sino en como esas decisiones afectan a esa ciudadanía local, de la que muchos hablan, pero que muy pocos asumen como motor de un Ayuntamiento verdaderamente democrático.

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