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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

miércoles, 1 de octubre de 2014

SOCIALDEMOCRACIA

Pese a la insistencia de los partidos a la izquierda de la socialdemocracia en apartarse de la definición de organizaciones socialdemócratas, un análisis de las propuestas planteadas por y desde éstas organizaciones, comparada con la historia de la estrategia del socialismo democrático, podría llevarnos a una conclusión: la socialdemocracia, como planteamiento ideológico, es la única posibilidad de desarrollar un programa político efectivo. El recelo e incluso el rechazo de las organizaciones a la izquierda del partido socialdemócrata y, por tanto la confusión entre la organización, la ideología y el programa, son fruto de la praxis que no de las ideas. No obstante, la lucha dialéctica de las organizaciones políticas ( se denominen comunistas, socialistas, etc) por marcar diferencias con la socialdemocracia carecen de un carácter político, suponiendo meramente una estrategia socio electoral.

La socialdemocracia nace, en el siglo XIX como alternativa posibilista del socialismo revolucionario marcado por la estrategia definida y controlada por el bolchevismo triunfante. Pero, a pesar de que los ojos de la humanidad se centraron en aquella extraordinaria experiencia social ( revolución rusa), con el paso de los años y de la perversión estalinista, pronto volvieron su atención a la alternativa reformista.

Domesticar al capitalismo parte de una premisa aceptada por acción u omisión: no es posible sustituir el mercado como instrumento de distribución de bienes ( al margen de la perversión neoliberal). Y, partiendo de esa premisa, los movimientos que aceptan la democracia burguesa, que en principio es la enemiga de la clase obrera ( en el siglo XIX por lo restrictivo de su propia organización), se convierte en un instrumento para la transformación, gradual y progresiva de la sociedad. 

En la actualidad, diferentes partidos, y a pesar de que en su definición figure lo de "socialismo revolucionario", aceptan en sus programas tanto el gradualismo como el reformismo como instrumento de acción política en el seno de las democracias liberales. Ya nadie apuesta por la práctica revolucionaria al estilo decimonónico. Ahora, denominamos revolucionario a la oposición pacífica, a la movilización, a la desobediencia, etc. Pero en las líneas de los programas, se suceden propuestas inequivocamente socialdemocratas.

Otra cuestión diferente es el abandono tactista y oportunista de la propia ideología socialdemocrata por parte de los originarios partidos. El caso del PSOE ( el SPD, el PSF y otros) es paradigmático: la renuncia a frenar las ambiciones neoliberales a cambio de "trozos" del pastel institucional. El ejercicio del poder por el poder, incidiendo en aspectos cívicos pero renunciando a la igualdad social como objetivo ha llevado a perder lo sustancial del proyecto que dió origen al nacimiento de éstos partidos. En la actualidad, innumerables partidos con diferentes definiciones ocupan el lugar progrmático de la socialdemocracia tradicional.

Y finalizo: al margen del tactismo electoral, hay espacio de confluencia para la socialdemocrácia, pese a que no se denomine así, pese a que el partido que tradicionalmente la ha representado en la actualidad sea, más un partido de corte conservador con "conciencia" que el partido de las clases trabajadoras. Hay espacio y existe una necesidad social: el empobrecimiento frente al enriquecimiento, el abandono de las políticas de igualdad, la apuesta por sociedades injustas configuran una realidad en la que solo la unidad de programas podría constituir una alternativa al bipartidismo conservador, pese a las denominaciones de unos u otros. Superar la denominación para centrarse en las propuestas, esa es la única vía posible para la socialdemocracia, sea su nombre cual sea en el actual mercado electoral.


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