Ayer, escribía en mi humilde blog
una entrada, en la que hacía hincapié en una circunstancia que a mi,
personalmente me crea una cierta preocupación: la ausencia de análisis político
más allá de la acción puramente emocional. Y cuando hablo de análisis político,
me refiero expresamente a un estudio sobre determinadas situaciones que,
guiadas por lo puramente emotivo, se enfrentan a una difícil solución.
Pondré un ejemplo. Cuando se
produce la salida de uno de los socios iniciales del gobierno plural de El
Campello, se encadenan una serie de desencuentros que parecen culminar en un
comunicado de prensa en el que los argumentos políticos brillan por su
ausencia. Un documento repleto de juicios de valor fundamentados en un cierto
sentido común cuya base argumental es, algo así como “las cosas aquí se hacen
así”. Y pese a la , en principio
heterogeneidad en la composición del gobierno, todos parecen compartir ese análisis
sesgado y tendencioso basado en opiniones subjetivas.
El enfrentamiento epistolar e
institucional entre el gobierno municipal y Esquerra Unida es un hecho que
podemos constatar si echamos un somero vistazo a los titulares. Se hace más
evidente si profundizamos un poco en los contenidos. La conclusión de todo
ello, me lleva a plantear la imposible reconciliación, a menos que las
posiciones se deban únicamente a una especie de metáfora dramatúrgica donde
cada cual desempeña un papel en función de un guión ( el guión de Esquerra
Unida es el de la radicalidad discursiva, que le aleja de las posiciones, en
principio pragmáticas, que defiende o mantiene el actual gobierno).
Pero la cuestión a la que me
quiero referir, sin dar más rodeos, es a la falta de una perspectiva
verdaderamente política, desde donde analizar racionalmente, no solo el
comportamiento de cada uno de los actores, sino las consecuencias (deseadas o
no) de la actuación de cada cual.
Y vuelvo a poner un ejemplo. Si, legítimamente
Esquerra Unida presenta una propuesta al Pleno municipal exigiendo el
cumplimiento de uno de los puntos incluidos en el acuerdo de investidura,
¿porqué se rechaza?. Los argumentos en contra son muy cuestionables ( la
presunta parálisis institucional se soluciona de diversas formas y maneras). Un
análisis racional de la situación, nos llevaría a pensar en dos cuestiones:
¿quién gestiona la propuesta una vez aprobada?. ¿acaso Esquerra Unida
solicitaba la creación de una comisión municipal encargada del debate del cómo
y el cuándo?, ¿no sería, en su caso, el gobierno municipal el que debería
gestionar los tiempos en la ejecución de la propuesta?. Y este ejemplo nos
podría servir para aplicarlo a cualquier otra moción con un contenido directo a
la realidad local.
En definitiva, lo que quiero
plantear o en su caso poner en evidencia, es ese cortoplacismo miope de quienes,
pese al incesante intento de construir en torno a si, de un relato de
pertenencia basado en la retórica emotiva, no parecen capaces de analizar la
situación de una forma lógica en función, no de la instrumentalidad de sus
intereses; no desde sus pulsiones emotivo-partidarias, sino desde esa necesaria
e interesante visión que demuestra una altura de miras digna de los que se
dicen representantes del cambio político.
Y, restando la parte de
confrontación, podríamos aplicarlo igualmente al otro socio de investidura: el
PSPV-PSOE, que instalado en un parsimonioso debate sobre si participar o no;
sobre si se dan las circunstancias objetivas o no, va dejando pasar un precioso
tiempo para demostrar a la ciudadanía su compromiso con el cambio político.
Pero sobre la situación del PSPV-PSOE local, es mi intención opinar en otra
entrada del blog.
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