Desde la toma de posesión de la
actual corporación, y el acuerdo plural para constituir el gobierno municipal,
se han sucedido algunos hechos dignos, como mínimo, de un humilde análisis. Ya
he opinado sobre la elección de la Alcaldía, a lo que únicamente añadiré una
frase pronunciada por el líder de Podemos respecto a su “ofrecimiento” a Pedro
Sánchez mientras éste se reunía como el Rey: “sonrisa del destino que él
siempre tendrá que agradecer”.
Un acontecimiento sacudió al
nuevo gobierno a los pocos meses: la presunta “deslealtad” de Esquerra Unida
para con el gobierno, o dicho de otra manera: un hecho inevitable, dados los
actores en escena. Y éste hecho, marcó, en mi modesta opinión un antes y un
después al que no han sabido contestar los actuales componentes del gobierno en
minoría. Me refiero, al margen de insinuaciones más o menos explícitas por
parte del Alcalde a otros grupos a sumarse al gobierno ( dirigido principalmente
al Grupo Socialista). El ofrecimiento público y expreso, a la vista del
deterioro de las relaciones entre el gobierno municipal en minoría y su antiguo
socio Esquerra Unida, debería haber sido incluyendo otras organizaciones, y me
refiero en concreto a Ciudadanos.
Está claro que actualmente hay
dos grupos políticos con los que el gobierno tripartito no puede contar: PP y
Esquerra Unida. Unos, por ser los que han gobernado a golpe de mayoría absoluta
el ayuntamiento más de veinte años, estar bajo la lupa de la fiscalía
anticorrupción por irregularidades en su financiación y ser los artífices de lo
hecho hasta la llegada de los “nuevos” ( al margen de las diferencias
ideológicas que explícitamente se escenifica en el escenario estatal y ser los
representantes de la austeridad y los recortes salvajes que ha sufrido éste
país). Con Esquerra Unida tampoco pueden contar, pues el erróneo análisis
político, basado fundamentalmente en pulsiones personales y no en una mínima
racionalidad política, les ha empujado al lugar donde más cómodos se
encuentran: la oposición. Y, lejos de limar asperezas, el gobierno en minoría
ha echado “gasolina” oponiéndose incluso a aprobar mociones que tenían una
relación directa con el acuerdo que llevó a la Alcaldía al actual regidor ( una
prueba más de una errónea lectura política y una muestra de rapidísima
institucionalización de los nuevos inquilinos del poder municipal que, pese a
mantener un relativo relato emotivo-personal sobre el cambio y el intento ( en
mi opinión igualmente fallido) de construir un imaginario colectivo que les
fuese favorable siguen en la apacible trinchera de la excusa coyuntural.
Y, si no pueden contar ni con PP
ni con EU, ¿con quién deben contar?. Con el PSPV-PSOE y con Ciudadanos. Al
primero, parte igualmente del acuerdo de investidura, se le deben ofrecer las
condiciones necesarias para su definitiva implicación en el gobierno algo, que
por otro lado, les favorecería de cara a recomponer ( al menos a intentarlo)
las deterioradas relaciones con su electorado. El segundo, con los
condicionamientos simbólicos que estableció desde el inicio de la legislatura (
no gobernar con Compromís, al que calificaron de partido “independentista”) se
le debe ofrecer la posibilidad, si no de gestionar directamente, sí de
controlar de forma directa la gestión a través, por ejemplo, de la presidencia
efectiva de una comisión municipal de relevancia así como una silla, aunque
fuese de oyente, en la Junta Local de Gobierno.
Y a ambos ( y también
evidentemente a PP y a EU, con las dificultades comentadas y el condicionante
de un enfrentamiento con los segundos bastante incomprensible) se le debería
plantear un acuerdo sobre un número determinado de ejes políticos. Véase:
presupuesto municipal, Vertedero, Plan General, IBI y participación ciudadana.
Pero para llegar al punto de concreción, es preciso demostrar algo que hasta
ahora ha pasado desapercibido: liderazgo. El equipo de gobierno debe rearmarse
y romper las ataduras que él mismo ha asumido con una excesiva y pronta
institucionalización; bajando a la arena y demostrando que ese discurso
retórico del cambio y ese ideario colectivo que se pretende crear, tienen una
base política más allá del talante de las personas que hoy desempeñan cargos de
representación.
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