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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

sábado, 9 de enero de 2016

PONGAMOS QUE COMPARAMOS.


Los resultados del 20D ( perdón por la insistencia, pero creo que es necesario seguir conversando sobre la nueva realidad política porque de ella depende nuestro presente y, lo que es más importante: nuestro futuro) en el estado, ¿difieren mucho de los que se dieron en las municipales?. Si observamos los resultados, el  pp es el partido más votado. En segundo lugar, el PSOE pero a mayor distancia que la que se da en el parlamento. La entrada de emergentes no ha sido cuantitativamente similar, pero cualitativamente si.
No obstante, y siendo los equilibrios comparables, en El Campello se dio la coyuntura de que, el segundo partido más votado contaba con los mismos concejales que el tercero y el cuarto ( la diferencia de votos no  superaba los doscientos cincuenta de uno a otro), y el papel de los minoritarios era, al igual que en el parlamento surgido del 20D, fundamental.
¿Qué ocurrió?. Que existiendo tres partidos con la misma representación, el liderazgo alternativo se enredó en el número de votos, por un lado. Y por otro, que uno de los emergentes, “inventó” líneas rojas inexistentes ( presunto independentismo de uno de los grupos que, a la vista de los acontecimientos, se ha demostrado como una falacia interesada) para así poder optar por su espacio natural ( aunque negado): la derecha.
Imaginemos que, pese a haber obtenido más votos, el segundo partido en el parlamento tuviera los mismos diputados que el tercero, ¿Quién lideraría el gobierno?. En el “caso” de El campello, como ya he opinado en alguna ocasión, se dio una coyuntura determinada de oposición conjunta al segundo partido en votos que propició el acceso a la Alcaldía a la cuarta organización en número de votos. Esto, evidentemente no podría pasar en el parlamento, ¿o sí, pese a la diferencia de Diputados y Diputadas?. Es improbable que el segundo partido optase ( como fue el caso de El Campello) por “ceder” el liderazgo al tercero, por razones numéricas y de interés como partido.
Pero, sigamos suponiendo. Supongamos que el candidato del segundo partido en las Cortes sala elegido con el apoyo explícito de un conglomerado de grupos que, sin entrar a gobernar, condicionan la agenda política. ¿Tendría futuro un gobierno así construido?. Evidentemente dependerá del interés de los grupos que han apoyado la investidura en dos aspectos: política y electoralmente.
En El Campello, la retirada del segundo partido ( en número de votos) y su negativa a entrar en el gobierno, apoyando desde la oposición un programa acordado y con acuerdos preferenciales ( supongo) no es suficiente ya que las posiciones ideológicas de otro de los socios ha propiciado su salida y la consiguiente debilitación del gobierno.
Algo así podría suceder en el parlamento: un candidato en minoría, una oposición mayoritaria ( con capacidad para imponer la agenda política). ¿Es esta una situación de debilidad?. Si, siempre y cuando de las dos cuestiones que antes mencionaba sobre el apoyo a la investidura prevaleciese la segunda y no la primera.

En el caso de El Campello, el continuismo “obligado” parte, no solo de la situación minoritaria, sino de lo que desde mi punto de vista es más preocupante: la falta de iniciativa. Si no se establece una agenda, convenientemente consensuada entre los partidos en el gobierno y en la oposición , si no se es capaz de liderar, a través de propuestas de verdadero cambio, la nueva política emanada de las urnas; esa inercia continuista puede ser el trampolín para una vuelta de la derecha al gobierno, algo que desvirtuaría el mandato de las urnas, incidiendo en una profunda desmovilización del electorado progresista.

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