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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

lunes, 4 de enero de 2016

UNA OPORTUNIDAD (¿PERDIDA?) PARA EL DIALOGO.


El PSOE se ha convertido, tras el “desequilibrio” producido por los resultados del 20D en el blanco de todas las iras y en el recurso fácil para exculparse de un futuro gobierno de la derecha, volcando la responsabilidad en un partido que, pese a los malos (malísimos) resultados electorales, sigue siendo un referente para millones de votantes.
La derecha le “exige” su responsabilidad institucional, azuzando el fantasma del secesionismo, pero los ejes sobre los que buscar el posible acuerdo son, además de débiles, insustanciales: la unidad de España, la posición de España en la unión europea y la estabilidad económica. Ninguna propuesta que signifique un paso atrás en el austericidio, ninguna muestra de autocrítica pese a haber perdido las elecciones, siendo no obstante el partido con mayor número de diputados.
Por la izquierda, el emergente Podemos exige, en su lista de condiciones o “líneas rojas”, un acuerdo sobre la celebración de un referéndum en Catalunya. Y lo hace desde un convencimiento sobre el que, en principio, no cabe duda: su decisión de avanzar en la resolución de un conflicto que la derecha gobernante  ha sido incapaz de solucionar (sino incluso de afrontar más allá del frentismo españolista del que ha hecho gala desde los albores de su nacimiento como organización heredera de aquella triste triada: “una, grande y libre”).
Pero, personalmente, y sin dudar de la voluntad de Podemos de avanzar en la solución del problema catalán, considero que Podemos, pese a proponer otras cuestiones de carácter socio económico de calado, ha puesto un parapeto excesivamente alto para siquiera empezar a dialogar. Y lo ha hecho ( al margen de la voluntad constructiva de la que antes hablaba y de la que, en principio no se duda) por un cálculo electoral: Catalunya ha sido, entre otras ( Euzkadi) comunidades, su principal granero de votos.
Y, en el PSOE, siguiendo una dinámica perversa pese a mantenida en el tiempo y en la paciencia de los sufridos militantes, se “carga” contra el candidato y Secretario General, en un ejercicio más de torpeza calculada. La sensatez aconsejaba que en la primera comparecencia del candidato, se hiciese una seria autocrítica y se expresase una voluntad inequívoca de participar en un acuerdo de progreso. Por el contrario, el candidato, utiliza el “menos malo de los resultados previstos” como elemento de fuerza para anunciar que se volverá a presentar a la Secretaría General, en una huida hacia delante que tensó las ya complicadas relaciones de equilibrio interno en las que vive instalado el PSOE desde hace décadas. Esto, provoca, junto a la intención ( en el presumible caso de que la derecha no pueda sumar apoyos para formar gobierno) de abrir un dialogo para acordar un gobierno progresista, una airada reacción de los dirigentes territoriales que, en vez de propiciar un análisis sosegado, se lanzan desaforados a la defensa de la unidad de España, en un discurso excesivamente parecido al de la derecha inmovilista.
La sensatez aconsejaba que las agrupaciones locales, los y las militantes, simpatizantes e incluso votantes, fueran los que tomaran la voz y definiesen la posición ante la complicada coyuntura política. Esto, no solo hubiera dado un plus de legitimidad al Comité Federal, sino que habría abierto la puerta a parte de esas exigencias de mayor democracia que las calles expresaron y que el partido fue incapaz de escuchar convenientemente. La resolución ( legítima estatutariamente, sin duda, pero insuficiente en el nuevo escenario político en el que la ciudadanía nos ha situado ) del Comité Federal del PSOE adolece de carácter propositivo, cayendo en la misma dinámica de la que acusa a Podemos: línea roja innegociable. Y al igual que Podemos, no plantea con claridad (Podemos lo hace hábilmente a posteriori y sin haber dialogado sobre un aspecto fundamental para dar viabilidad, por ejemplo, a su Plan de Emergencia Social: la constitución del parlamento y sus órganos) las líneas socio económicas y de regeneración democrática prioritarias, algo que únicamente se debe, una vez más, a la ceguera interesada de una importante parte de sus dirigentes territoriales que se atribuyen la representación de sus federaciones, sin escuchar ( una vez más) a sus militantes y, lo que es más importante: a sus votantes.

Creo que el PSOE, pese al entierro anticipado al que quieren condenarlo sus “nuevos” rivales, tiene un papel muy importante que desempeñar como referente progresista de muchos y muchas ciudadanos y ciudadanas, pero para ello, debe abandonar el cainismo, el presidencialismo excluyente y el paupérrimo liderazgo de algunos y algunas que, sintiéndose “salvadores”, están condenando ( y en esta ocasión, seria y definitivamente) al PSOE a la irrelevancia. Esto, junto a un giro que llevase al PSOE a abstenerse y permitir nuevamente gobernar a la derecha austericida, sería la triste puntilla a una organización centenaria que, con sus claroscuros, ha sido fundamental para la construcción del estado de bienestar y libertades en el que hoy vivimos.

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