Los que están; los que nunca se
han ido, pero que un día llegaron sin experiencia alguna, argumentan contra los
que vienen, que no tienen experiencia y, por lo tanto, no son fiables:
experimentos.
¿De qué sirve la experiencia de
los que están (llevan años)?. ¿De qué sirve a los y las ciudadanos y ciudadanas
que los que están (llevan años) hayan decidido en nombre de la ciudadanía, que
había que invertir ( o gastar) en una macro piscina en vez de en
infraestructuras que incidiesen directa y efectivamente en la vida, como pueden
ser: la educación infantil, el cuidado de ancianos, las ideas para el desarrollo
socio económico, etc?.
Los que vienen, no han estado,
pero los que están ( llevan años) han demostrado sobradamente ( en muchos
casos) que ni saben, ni quieren saber ( incluidos los que habiendo estado en un
lugar, lo cambian por tacticismo electoral).
Conocer cómo funciona la
administración no es difícil; lo difícil es considerar que esa administración
no está al servicio o capricho o criterio aleatorio y personal de los que “mandan”,
sino de la ciudadanía.
Conocer de donde proceden los
ingresos municipales; cuales son los gastos fijos y, consiguientemente, donde y
como financiar las políticas, no es difícil: lo difícil es entender que las
propuestas y las políticas deben fundamentarse en necesidades; presentes o
futuras y, en mi opinión, algo que muchos de los que están (llevan años) han
desestimado cuando no despreciado: que la política es un proceso de diálogo y
consenso entre representantes y representados.
Creo que el argumento de la
experiencia que esgrimen los que están ( llevan años) es, además de absurdo, un
insulto a la inteligencia, pues hay otros valores personales que deben tenerse
en cuenta, por encima de la experiencia institucional: la capacidad, el
compromiso y, sobre todo, la humildad.
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