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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

sábado, 10 de octubre de 2015

LO QUE QUISIMOS SER, LO QUE DIJIMOS QUE ERAMOS Y LO QUE SOMOS.

Estas tres reflexiones serían adecuadas si, en el marco de una autocrítica, el partido emergente de la “ni izquierda ni derecha”, se plantease realmente dejar, aunque solo sea por un momento, el tacticismo electoral y abordar algo que, reclamándoselo a otros, parecen incapaces de realizar ellos mismos.
Quisieron ser, y así lo dijeron, el partido; el movimiento social que venía a renovar la “vieja” política, a democratizar definitivamente el sistema político con unos instrumentos absolutamente revolucionarios: ética, valores, compromiso, democracia radical… La realidad ( al menos en lo más cercano) es que, lejos de un cambio más o menos simbólico, lo que ha ocurrido es una rápida y eficaz adaptación al medio. El funcionalismo que impera en las estructuras políticas ha “fagocitado” aquellas intenciones que han quedado en mero “buenismo”.
Está claro, que esta reflexión será entendida como una crítica extemporánea e incluso injusta, cuando lo único que realmente  es, una reflexión externa y, evidentemente subjetiva, cuyo único objetivo es, si acaso, provocar un debate. No obstante, asumo que se me tache, por enésima ocasión, como “enemigo”, máxime por los que nunca han sido amigos.
En el camino electoral se han quedado compromisos que en mi opinión marcaban claramente diferencias con la “vieja” política: el asamblearismo radical y, por consiguiente la democracia cotidiana, era un elemento claramente diferenciador respecto de los “viejos” representantes políticos. La ética, entendida como cumplimiento de las promesas y compromisos, también ha quedado relegada, siempre ( como no) en beneficio de la estabilidad institucional. Cuestiones que suponían líneas infranqueables, han quedado como meras anécdotas de campaña. Lo importante, en esa adaptación “funcional” es que la institución siga funcionando con unas dinámicas más o menos similares.
No obstante, si que se puede señalar un cambio cualitativo: la imagen que los otrora defensores de las líneas rojas infranqueables transmiten no es la misma ( ni de lejos) que los que antes ocupaban los puestos de responsabilidad institucional. Es cierto, son más accesibles e incluso más dialogantes, aunque conociendo como conozco el “virus” que recorre la administración, mi pregunta es, ¿hasta cuándo? ( el virus al que me refiero es esa rara dolencia que convierte a las personas dialogantes y humildes en “expertos incuestionables” conocedores de todas y cada una de las cuestiones municipales, pese a que hasta hace poco, se desconocían…).
¿Porqué está reflexión?. Simplemente porque considero que es necesario que los que dijeron que eran y representaban una regeneración ética, estética y política, no pueden, simple y llanamente, “adaptarse” sin más, abandonando los principios que ilusionaron a muchos y muchas vecinos y vecinas. Creo que el discurso, si no es coherente con la práctica, cae en la misma contradicción que los “emergentes” criticaron en los representantes de la “vieja” política, y esto, en mi opinión es, además de impresentable, un paso atrás para el cambio que nuestro sistema político más cercano necesitaba y necesita.

Criticar al partido de la “vieja” política, cuando en muy poco tiempo se ha recorrido el mismo camino que éste recorrió durante décadas ( de partido de clase a partido atrapalotodo, de partido transformador a partido del sistema y para el sistema…) es una paradoja demasiado importante como para obviarla en beneficio de la “estabilidad” institucional.

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