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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

sábado, 7 de mayo de 2016

EL URBANISMO COMO OPORTUNIDAD

      
                El urbanismo, así con mayúsculas, ha entrado en la agenda del nuevo gobierno a causa de la anulación por parte del Tribunal Supremo del Plan de ordenación urbana aprobado en 2011. Esto provoca una serie de conflictos administrativos, pero paralelamente una oportunidad para superar la dependencia histórica que nuestro municipio ha tenido del sector del ladrillo. Las palabras del actual Alcalde sobre la “oportunidad” que ofrece la anulación introducen un cierto optimismo pese al problema de volver temporalmente al planeamiento del año 1986.
                El plan de 2011 nace, en principio,  de una necesidad: la adecuación del planeamiento dado el “agotamiento” del Plan General del año 86. Y esta necesidad se aborda, por parte del anterior gobierno municipal, desde la perspectiva que condicionaba el urbanismo en la época de la expansión del ladrillo como apuesta política. Pero afortunadamente ( o desgraciadamente, según el interés) nace en los estertores de la burbuja.
                El diseño de la política urbanística se realizó, como decía, bajo criterios expansivos, sin que la aprobación del nuevo planeamiento conllevase revisión o previsión alguna en lo referente a la prestación presente y  sobre todo futura de los servicios básicos.  Por lo tanto, pecó de una cierta irracionalidad en cuanto a la eficacia y sostenibilidad en  su desarrollo: Agua, residuos, energía, etc. aparentemente no fueron tenidos en cuenta, al igual que el estudio económico financiero que, según el Tribunal Supremo, era requisito del  planeamiento y motivo de su anulación (pese a que la Ley Urbanística Valenciana no lo exigía). Se produce un problema que pone en evidencia los conflictos de la administración multidimensional donde una administración enmienda lo que otra hace y provoca un problema. Pero al mismo tiempo, el gobierno emanado de las elecciones municipales de 2015 podría utilizarlo como solución para lo que, tanto para ellos (en la oposición entonces) como para muchos otros fue una norma urbanística sobredimensionada e irracional.
                Igualmente se da una posibilidad para que los actuales actores políticos acuerden (así lo ha solicitado ya algún grupo) empezar a construir desde abajo: la mesa de trabajo sobre los criterios urbanísticos podrían contar con nuevos actores y nuevos roles de otros que en la actualidad solo se ocupan de asuntos relacionados con los efectos de la revisión catastral y el impuesto de bienes inmuebles. Ello posiblemente incidiría en un compromiso mantenido por el nuevo gobierno municipal: mejorar la calidad democrática del debate, y en concreto, sobre el diseño urbano y la racionalidad en la prestación de servicios. Aunque para ello alguna de las partes que hasta ahora ha sido únicamente oposición debería revisar su estrategia y ampliar el espectro de su interés. Contar igualmente con promotores, propietarios (y no solo en el período de exposición pública) incidiría igualmente en esa mejora de la calidad democrática que se exige y a la que se comprometieron los actuales gobernantes municipales en la campaña electoral.

                Comparto por tanto el planteamiento inicial de lo que podría llegar a ser una nueva política urbanística, considerando que además es un reto, no solo para la actual corporación municipal, sino para el futuro de nuestro municipio. Es cierto que la solución está constreñida por normativas supramunicipales, pero la decisión de dónde y cómo va a ser fundamental, y ésta debe contar con el consenso más amplio posible y así ser, no solo duradera en el tiempo, sino eficaz en cuanto a los objetivos, algo de lo  que el defenestrado plan carecía.

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