El Partido todavía llamado Socialista y Obrero ha celebrado su 38 Congreso. Y lo ha celebrado en un clima que poco o nada potenciaban el debate de ideas y si la simple elección entre uno u otra, candidatos ambos del aparato que ha conducido al partido a obtener sus peores resultados electorales de la historia de la democracia. Pero, sin ser eso suficiente, el apoyo que éste partido tiene de sus bases naturales ( la clase trabajadora) es cada día menor gracias a la incesante busqueda que las diferentes direcciones han desarrollado a la caza del voto de "centro" (ya dijo Guerra que el centro era un largo pasillo donde todas las puertas dan a la derecha). La enteléquia de la clase media ( clase trabajadora venia a más gracias al consumo) aupó al PsoE al gobierno en 2004 buscando algo de la dignidad que la derecha gobernante había perdido, y en 2011 le condenó a su enésima travesia del desierto y (añado yo), a su miseria ideológica más absoluta.
Que ésto sea así no sorprende a casi nadie. Pero lo que sí me sorprende personalmente a mi, como parte que fuí de esa organización, es el "papelón" que Izquierda Socialista ha jugado en el congreso, pasando, no de puntillas, sino simplemente no existiendo. Las llamadas a la "unidad de la clase trabajadora, a un programa y un giro de izquierdas" son voces en un desierto lleno de enemigos únicamente preocupados por la cuotas de poder y no por transformar la sociedad desde el ideal de justicia, igualdad y fraternidad. Por lo tanto, la única salida que le queda a Izquierda Socialista, como corriente de opinión, es la disolución inmediata, evitando perdidas de tiempo y esfuerzos.
Izquierda socialista se queja amargamente de que la modificación de los estatutos impide la representación de las minorias, y yo pregunto: ¿se ha preocupado IS en incrementar su presencia en las agrupaciones, ganar base, ampliar sus apoyos, crecer...?. No, simplemente no. Se ha dedicado a ese menester que, aun satisfaciendo el onanismo ideológico en el que vive, no es en absoluto útil para la lucha de los trabajadores y trabajadoras contra su opresión económica y cultural.
En el 28 congreso se perdió la oportunidad de dar un golpe de mano e impedir el giro a la derecha que Felipe y sus social liberales impulsaban en el partido. Y ahora, simplemente toca escribir un bonito epitafio y abandonar cualquier idea de cambio desde dentro, pues ellos mismos (IS) han transformado una corriente creada para luchar desde dentro en un club de fumadores o algo peor ( un ente sectario y plataforma justificativa de la consecución de legítimas prebendas políticas).
No obstante, la lucha por el socialismo sigue fuera de IS y, aunque minoritaria hoy, sigue trabajando por la unidad de la clase trabajadora. En esa lucha, el PsoE está de más y más vale que en el siguiente congreso, definitivamente, cambien el nombre al partido, haciéndole un gran favor a la democracia y a los y las trabajadores y trabajadoras.
Que ésto sea así no sorprende a casi nadie. Pero lo que sí me sorprende personalmente a mi, como parte que fuí de esa organización, es el "papelón" que Izquierda Socialista ha jugado en el congreso, pasando, no de puntillas, sino simplemente no existiendo. Las llamadas a la "unidad de la clase trabajadora, a un programa y un giro de izquierdas" son voces en un desierto lleno de enemigos únicamente preocupados por la cuotas de poder y no por transformar la sociedad desde el ideal de justicia, igualdad y fraternidad. Por lo tanto, la única salida que le queda a Izquierda Socialista, como corriente de opinión, es la disolución inmediata, evitando perdidas de tiempo y esfuerzos.
Izquierda socialista se queja amargamente de que la modificación de los estatutos impide la representación de las minorias, y yo pregunto: ¿se ha preocupado IS en incrementar su presencia en las agrupaciones, ganar base, ampliar sus apoyos, crecer...?. No, simplemente no. Se ha dedicado a ese menester que, aun satisfaciendo el onanismo ideológico en el que vive, no es en absoluto útil para la lucha de los trabajadores y trabajadoras contra su opresión económica y cultural.
En el 28 congreso se perdió la oportunidad de dar un golpe de mano e impedir el giro a la derecha que Felipe y sus social liberales impulsaban en el partido. Y ahora, simplemente toca escribir un bonito epitafio y abandonar cualquier idea de cambio desde dentro, pues ellos mismos (IS) han transformado una corriente creada para luchar desde dentro en un club de fumadores o algo peor ( un ente sectario y plataforma justificativa de la consecución de legítimas prebendas políticas).
No obstante, la lucha por el socialismo sigue fuera de IS y, aunque minoritaria hoy, sigue trabajando por la unidad de la clase trabajadora. En esa lucha, el PsoE está de más y más vale que en el siguiente congreso, definitivamente, cambien el nombre al partido, haciéndole un gran favor a la democracia y a los y las trabajadores y trabajadoras.
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