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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

martes, 24 de septiembre de 2013

EN DEFENSA DE LA POLÍTICA, QUE NO DE LOS POLÍTICOS.

Evidentemente, el amplio sentido de la palabra "político", en referencia a la persona que se dedica, de forma remunerada, a la actividad en las instituciones en representación de un partido, coalición o similar, encierra injusticias. Hay políticos cuya actividad es digna y se debe a la ciudadanía que le ha elegido para representarle. No obstante, la figura tan denostada ( por muchas razones) del "político", merece un análisis, o como mínimo una reflexión.
Que todos los políticos son iguales es una gran injusticia. Hay personas comprometidas con ideas e ideales que dedican su tiempo a intentar construir un mundo mejor. Acertados o equivocados, defienden sus ideas e intentan plasmarlas en sus decisiones cotidianas. Esos políticos se mueven en unos entornos urbanos reducidos, en poblaciones donde para ver a el Alcalde no es necesario pedir cita y donde estar de cañas codo a codo con un concejal no supone nada novedoso. Esos políticos, existen pero son invisibles. Esos políticos desaparecen tras las noticias sobre los grandes "políticos". Esas noticias que provocan estupor, asco y profunda rabia en la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas.
Pero al "político" que estamos acostumbrados es al que al pisar "moqueta" se le han subido los humos, ha cambiado de coche e incluso de amigos. Ese político que era un tipo normal, ahora, teniendo el "poder" en las manos, se siente mejor que los demás y no precisa ni de consejo ni de consulta. Ese político furibundo contra cualquier crítica que confunde el culo con las temporas. Ese político que, solapado tras otros nombres ha logrado meter la cabeza en una institución y vivir incluso de esa habilidad. A eso es a lo que los ciudadanos medios estamos acostumbrados. Y lo de acostumbrarse es ciertamente peligroso, pues de ahí se puede pasar, sin uno o una darse cuenta a la normalización de esa situación. Y ahí es donde el ciudadano deja de serlo para ser, o consumidor, o contribuyente, o únicamente votante.
Reivindicar la política, la de las ideas, la de los compromisos altruistas, es una necesidad vital. Reivindicar a ese político humilde, que no sabe cosas y las pregunta, que cuenta con las opiniones y cuyos amigos siguen siendo los mismos, es una urgencia.
La actividad política, aunque no lo queremos reconocer, es algo que todos y todas llevamos en nuestro interior. Más o menos desarrollado, pero tenemos opiniones sobre lo que pasa, y opinamos sobre lo que nos gustaría que pasase o como nos gustaría que fueran las cosas. Eso es una opinión política. Por ello, dotar a esas opiniones de un sustento ideológico, de una estrategia programática, es una oportunidad para arrinconar al "político" al uso.
Los partidos políticos, fueron creados para, a través de ellos, transformar la sociedad ( bueno, los de izquierdas, porque los de derechas fueron creados para mantener el "statu quo" de los mismos de siempre), para influir en las instituciones y para, llegado el caso, cambiar la realidad de esa enorme mayoría de trabajadores y trabajadoras desde las instituciones, instrumentos que, de ser un medio se han convertido en un fín. Y esos mismos partidos, abandonaron la lucha de las ideas por otra más, digamos, productiva a nivel pecuniario: la lucha electoral. Y esos mismos partidos, se transformaron en instrumentos de gestión de intereses desde donde esos "políticos" diseñaron un sistema que salvaguardara sus intereses y los de sus allegados. Eso es lo que vivimos y contra lo que deberíamos luchar.
Considero que el fin de esos "políticos" depende, no de las reformas que sus estructuras viciadas y endogámicas planteen, sino de la conciencia colectiva que la ciudadanía sea capaz de construir y consolidar. Las oportunidades se agotan, y desde la tibieza no se pueden cambiar las cosas.

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