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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

miércoles, 18 de marzo de 2015

VIABILIDAD Y CONCRECIÓN.

El marco competencial de un Ayuntamiento es, el que es. Y aunque parezca una perogrullada, sería interesante ( por no decir necesario o imprescindible) que las propuestas que van a convertirse ( debieran) en los argumentos a través de los que los partidos políticos van a solicitar el voto a la ciudadanía, tuvieran como referente las competencias y limitaciones, articulando alternativas que, ciñéndose al marco y a las limitaciones   (la ley de sostenibilidad de las administraciones locales ha venido a limitar cuantitativa y cualitativamente) plantearan a la sociedad vías posibles para cambiar las cosas.
Una cuestión previa sería, un cambio en la concepción misma de representante: pasar de ese cierto estatus social a un rol de verdadero representante; falible y sujeto a la crítica. Pero esto forma parte de la impronta personal, por lo que poco se puede incidir a través de un proceso electoral.
Volviendo a la viabilidad de las propuestas, el análisis presupuestario es una exigencia: de qué medios se dispone, como se distribuyen, que obligaciones legales y administrativas existen, con qué recursos fijos o periódicos se cuenta. Un ejercicio de concreción sería, por ejemplo, plantear qué nivel retributivo se está dispuesto a conceder a los cargos públicos, qué servicios van a ser gestionados de forma directa y cuales de forma indirecta.
El debate sobre la fiscalidad municipal es fundamental. En la actualidad existe una dinámica, condicionada por una cierta contestación social, sobre determinados impuestos y tasas municipales. Abrir un debate político y social sobre qué se recauda y a qué se destina, requiere, más allá de la voluntad  emocional, una formación e información sobre el concepto en sí de los impuestos y tasas, pues de otra manera no puede valorarse más que desde una actitud individual y no de interés colectivo.
La otra cuestión es la concreción. Este ejercicio, debería huir del eufemismo y la retórica, planteando qué hacer, cómo hacerlo y para quién hacerlo. Seguir en la dinámica del “potenciaremos, fomentaremos, impulsaremos…”, no añade nada nuevo, pues supone un continuismo en el vaciado de la política y la prevalencia de lo emocional sobre la reflexión racional.

Creo que son muchos los ejercicios pendientes para resolver la distancia entre representados y representantes, y la concreción y viabilidad de las propuestas, juntos a una radical transparencia, podría indudablemente incidir en la actual concepción que la ciudadanía tiene de la política municipal.

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