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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

miércoles, 24 de julio de 2013

Mirar corto para ver lejos.

La situación municipal, a pesar de la apariencia de tranquilidad que el verano y la apatía política transmite, no es en absoluto positiva. La Generalitat acaba de otorgar de forma indefinida la licencia a FCC para que siga explotando la planta de Les Canyades. El Presupuesto municipal se aprobó sin enmiendas de una oposición más preocupada de sus cuitas internas que de plantear alternativas. Se vislumbra en el horizonte una consolidación del gobierno en minoría fruto de la incapacidad más que manifiesta y el acomodamiento más que evidente de unos grupos políticos mayoritarios cuyo objetivo parece ser consolidarse en la dulce oposición. Si bien es cierto que las mociones y propuestas han abundado, las de verdadero calado, las provenientes de los textos con los que los partidos políticos se presentaron a las elecciones, han escaseado.
El juego institucional sigue su ritmo y el objetivo de adormecer a la ciudadanía para despertarlos dentro de aproximadamente dos años con las fanfarrias electorales parece cumplido. El discurso de “el pueblo” ya no es creíble pues, de lo manido y sobado que está, ya no se refiere a nadie ni a nada en concreto.
En Alicante el PsoE continua con la tradición cainíta en un constante “quitarte para ponerme”. En Valencia, los discursos de “a ganar” vuelven a surgir de un aparato contundente por lo inexistente. En el resto de la oposición se vislumbran movimientos interesantes aunque las matemáticas institucionales nos dicen con claridad que el sorpasso en la izquierda es más que improbable: sin el desvencijado PspV, sin sus apoyos electorales, la derecha valenciana seguirá adelante con su proyecto de finiquitar una comunidad que hace años que está en la UCI pese a que muchos de sus ciudadanos no lo vean por el humo y el estruendo de los petardos y la “festa”.
El panorama no puede ser más desalentador, aunque en los cenáculos de la izquierda institucional se retroalimenten de vanas esperanzas por el desgaste de una derecha que está desguazando lo poco que le queda a la administración, lo poco que queda en sanidad, lo poco que queda en educación. Esas esperanzas de que el castigo venga en forma de voto cambiante puede que se frustre y se traduzca en voto ausente, por lo que aquello de “esperar ver pasar el cadáver del enemigo”, no parece una buena estrategia, si de planificación electoral hablamos. ¿Soluciones?. Evidentemente las hay pero, por un lado chocan con los aparatos de las formaciones políticas, y por otro ( si hablamos de nuevas alternativas) lo hacen con la apatía de la ciudadanía atemorizada y, porqué no decirlo, acomodada en la miseria ( algo que jamás podré entender).
Los aparatos de las organizaciones no valoran la posibilidad de una plataforma unitaria, con un programa unitario y con un funcionamiento radicalmente democrático. Es viable y posible, siempre que se pudiesen superar los intereses electorales y, cumpliendo con aquello de “por el pueblo”, se asumiese un compromiso social con la ciudadanía y el futuro ( el presente es desalentador). En el caso de una alternativa nueva, debería contar, como mínimo con participación suficiente como para presentar una lista y una propuesta política, algo que a la vista de la quietud social ( pese al paro, pese a los recortes en educación, pese a la carencia de servicios fundamentales…) parece, no una utopía, sino una entelequia.

Y finalizo. Pese a que el panorama es difícil, la necesidad de avanzar hacia el futuro con nuevas y renovadas ilusiones, pasa indefectiblemente por la ciudadanía, en cuya responsabilidad recae, tanto organizarse para plantear una alternativa sin obediencia partidaria, democrática y de izquierdas, o dar ( o no) el apoyo a las candidaturas que dentro de dos años se presentarán ante nosotros y nosotras acompañados de las tradicionales fanfarrias, promesas y propuestas electorales. A eso se reduce.

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