NUEVO BLOG

NUEVO BLOG
EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

miércoles, 4 de junio de 2014

ANOMIA.




Uno de los fundadores de la sociología como ciencia autónoma, Emil Durkheim, aportó un concepto para definir la situación en la que las normas sociales pierden su eficacia. La ausencia de objetivos compartidos y el consiguiente conflicto de normas sitúa a la sociedad en una situación en la que el poder pierde parte de la legitimidad colectiva que hubiera podido tener. Este concepto es la ANOMIA. En éste contexto, personalmente me permitiría situar lo que está ocurriendo en la corporación municipal: inexistencia de objetivos y ausencia de legitimidad más allá de la legal/electoral. Me explico.

Como si de un agregado social se tratase, el análisis de la corporación municipal se podría realizar en función de variables aplicables de forma colectiva a la totalidad de los miembros, pues en ningún momento nadie de los que en la actualidad forman parte de la corporación ha demostrado, con efectividad y concreción, estar en disposición de ofrecer vías o soluciones a la parálisis política que sufre la institución municipal.

Evidentemente, podríamos analizar ésta situación desde determinados datos, tales como: número de mociones, número de preguntas, número de propuestas presentadas por los distintos grupos políticos. Pero tendríamos que añadir una variable: su aplicación efectiva y su relación directa con la vida cotidiana de la ciudadanía. El resultado considero que está a la vista de todos y todas, por lo que no creo necesario hacer valoración alguna.

Y, unido al concepto de anomia, podríamos  incluir el de “casta”. Y para aplicar este concepto, tan utilizado en los últimos tiempos, tendríamos que hacerlo a partir de: quién, qué y porqué, así como qué repercusión tiene para el que paga, o sea, el vecino.

La definición de casta, más allá del significado que pudiera tener el sistema de estratificación social hindú, se refiere a ese grupo social que forma una clase diferente y diferenciada de los demás.

Muchos no se consideran casta, pero, ¿acaso no se percibe un salario mayor que el de la mayoría de la sociedad o, en su caso, se suman gratificaciones al salario que ya se percibe, lo que supone una remuneración total sustancialmente elevada?,¿acaso no se percibe una “ayuda” económica de los presupuestos municipales que no fiscaliza nadie, que no hay que justificar y, por consiguiente, es opaca? ¿Acaso estas condiciones no sitúan a la practica totalidad, desde un punto de vista práctico y ético dentro del significado del término?


Evidentemente el análisis desde la “anomia” y la “casta” no nos pueden ofrecer un escenario más oscuro y preocupante. Y, quien asuma un discurso similar a los actuales, debería valorar que, al no aportar nada, posiblemente reciba la indiferencia social. Quien elabore un discurso con un contenido claramente de ruptura y superación de la actual situación, quien esté dispuesto a poner la administración “patas arriba” y al servicio de la ciudadanía, mucho tendrá que ganar, aunque  solo sea el hecho de despertar algunas conciencias narcotizadas por el institucionalismo, verdadera superestructura situada sobre la población que la sufre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario