ARGUMENTOS.

Leo los argumentos esgrimidos por los distintos grupos políticos municipales, y encuentro, por un lado, los contrarios que, a parte de la denuncia de una realidad, carecen de parte propositiva, o lo que es lo mismo: "no estoy de acuerdo, porque yo propongo esto". Por otro, los de la"responsabilidad". No perder la subvención no es suficiente argumento para ir cogido de la mano de la derecha en un proyecto que fue, y si nadie lo remedia, será, "para mayor gloria de la megalomanía de la derecha local". Aquí también encuentro la falta de una alternativa quizá algo más sólida al "no era nuestra prioridad". Y en ésta última afirmación percibo un cierto tufo a "personalismo", característico en los líderes que se auto consideran "imprescindibles, insustituibles y, por ende, infalibles".

En cuanto a los argumentos de los proponentes, me sorprenden las dotes adivinatorias del actual Alcalde, cuando afirma que, la obra de la piscina es algo "muy demandado". ¿Cuanta demanda, por parte de quien?. Quizá goza de unas dotes sobrenaturales que le hacen magnificar los comentarios que recibe de su entorno más cercano, el cual, empeñado en ensalzar su regia figura, le susurran que debe acabar el proyecto, y así poder inaugurarlo antes de las elecciones de 2015, para consolidar su figura omnipresente e imprescindible para la vida social de éste pueblo.

Hablar de necesidades sin tener datos ni criterios es, en mi opinión, una irresponsabilidad. Pero claro, es una de esas irresponsabilidades típicas de la clase política, acostumbrada a tomar decisiones en nombre de los demás pero sin conocer a los demás ni sus circunstancias.

El desempleo, el desamparo de las familias, es una necesidad constatable con datos y cifras: número de parados, alumnos con necesidades diversas, ancianos dependientes de la solidaridad familiar, etc. Ahí hay una necesidad y una demanda aunque no se realice de forma explicita ( conocer la sociedad de El Campello le llevaría al Alcalde a interpretar en clave política las necesidades, pero no es así, ni una cosa, ni la otra).

Cuando uno dice "no es nuestra prioridad", debe apostillarlo con las prioridades que se tienen, porque de lo contrario deja a la ciudadanía con un rictus de espera sin respuesta. Y ese rictus, se convierte en apatía hacia las alternativas, tanto las que se oponen sin plantear alternativas ( que seguro que las hay e incluso las tienen), como las que insinúan que las tienen pero lo dejan en suspenso. Y esa apatía buscará acomodo, o en la contestación y cuestionamiento del sistema o, lo que es peor, en la abstención. Si es en la contestación, ya pueden empezar a preparar sus maletas los inquilinos de los sillones, pero si es desde la abstención, ya podemos agarrarnos fuerte porque se nos avecinan más años de despotismo sin ilustración, personalismo ególatra y gestión "cortijera" de lo público.