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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

viernes, 6 de junio de 2014

¿Es el PSOE un partido democrático?

A pesar de los discursos en los que, en mi opinión, se utiliza la retórica para hablar de democracia, y a pesar de las proclamas ( convertidas en un verdadero "mantra") que loan el ejercicio de democracia que el partido va a realizar, las pruebas ponen en cuestión al concepto que, de democracia, tiene la dirección del Partido.
En la cuestión del aborto, la beligerante oposición exigía voto secreto para intentar romper la disciplina en las filas de la derecha. En el caso de la abdicación, lo que toca es cerrar filas en torno al consenso constitucional. Esto, es una prueba más de que la teoría y la practica, el discurso y la realidad, están reñidos en el Partido Socialista, todavía dirigido con mano de hierro por Rubalcaba y su Ejecutiva.

No es una cuestión programática, ni siquiera es una cuestión de partido, sino que entra, de lleno y directamente en los valores que cada diputado y diputada tiene respecto al régimen bajo el que todos vivimos. De ahí que las peticiones de algunos diputados y diputadas deban enmarcarse en una especie de súplica a la cúpula para que respete las creencias personales.

El lastre para el Partido Socialista son, sin lugar a dudas, sus dirigentes, aunque evidentemente, generalizar siempre acarrea injusticias. Al menos, los más visibles, los que ostentan y hacen demostración pública de poder, suponen un serio condicionante para que el Partido sea un instrumento, más allá de para la trepa personal o la sobrevivencia de unas élites "agarrapatadas" al miserable poder que les permite seguir viviendo de unas siglas en las que, ni creen ni respetan, más allá de la fidelidad interesada al lider de turno.

Pero, si la prueba de que la democracia es un concepto vacío para la dirección federal es un continuo en la vida del partido, no lo es menos en las escalas inferiores donde el clientelismo y la defensa de intereses personales se sitúa de forma vergonzante por encima de cualquier concepto de decencia o dignidad política. No obstante, la culpa no hay que achacársela de forma unilateral a la dirección, pues la militancia son los últimos responsables de que ésto suceda. La dejación de la responsabilidad que ( al menos nominalmente) se tiene como socialista, ha permitido y permite que unos pocos decidan por todos en una especie de dictadura pseudocemocrática.

Por estas opiniones, los enemigos se me multiplicaron en mi etapa como militante, pero el discurrir del tiempo y de los acontecimientos me reafirma cada vez más en ellas: la deslealtad es traicionar y corromper la política con intereses personales e irresponsabilidad y falta de respeto hacia unas siglas, un ideario y un compromiso con una mayoría social a la que las élites utilizaron en su beneficio. Por estas críticas se me consideró desleal a pesar de no perseguir, a diferencia de otros, prebendas personales, por lo que me los acontecimientos me cargan más de razones en mi posición contraria a esa especie de centralismo democratico personalista que practican las consentidas élites privilegiadas.


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