NUEVO BLOG

NUEVO BLOG
EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

viernes, 23 de mayo de 2014

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA.

En la "demonizada" asignatura que la derecha gobernante ha suprimido, cabía, como no podría ser de otra manera, una asignatura sobre la democracia. Una asignatura necesaria para informar y formar a las generaciones de jóvenes que habiendo nacido en la democracia, también lo han hecho en un entorno deteriorado que les convierte en elementos ajenos a un sistema que, no es que se haya deshumanizado, sino que nació sin vocación de humanismo alguna.

El nacimiento de la democracia en la que vivimos y ( hay que decirlo)que hasta no hace mucho ( seis u ocho años) nadie cuestionaba como un elemento adverso y perverso para los ciudadanos ( se la cuestiona en momentos de crisis severa en los que los mecanismos de inclusión fallan, simplemente por ser elementos precarios en nuestro ordenamiento y, por lo tanto, supeditados al gobierno de turno. Como decía, el nacimiento de nuestra democracia se produce en un marco de violencia latente, donde la tutela del franquismo presente y el post franquismo tutelan y guían el desarrollo de las nuevas libertades y, sobre todo la transición de unas instituciones supeditadas a las leyes del movimiento a unas supeditadas a la constitución, norma máxima donde la tutela se puede observar con claridad: las normas sociales son simplemente declaraciones de intenciones. El institucionalismo franquista, superestructura situada sobre la ciudadanía, se transforma en institucionalismo constitucional, pero se sigue manteniendo la supeditación de la ciudadanía a unas normas e instituciones que se elaboran a través de la representatividad del parlamento, otro de los órganos que, pese a ser elegidos por sufragio universas y no por voluntad del dictador, se sitúa practicamente al margen del control ciudadano, blindando estructuras y privilegios que han llegado hasta nuestros días y que, pese al paso de los años, no parece que hayamos percibido como ajenas, sólo en los momentos en los que la crisis pone de manifiesto el objetivo explicito del entramado institucional en manos de la actual mayoría de derechas ( dignos herederos del franquismo sociológico por muchas y diversas razones): defensa del sistema, incluido el entramado constitucional basado en el bipartidismo, cuando no en la más que manifiesta dictadura del partido mayoritario, otro legado de la transición ( ley electoral).

Uno de los principales objetivos y logros del sistema ha sido, con perdón, la idiotización del ciudadano, obviando su proyección como miembro de la sociedad y, por lo tanto agente de sus propios cambios. Y se ha idiotizado de forma clara, a través de lo que los autores clásicos definieron como uno de los tipos ideales de dominación (simplificación analítica): la dominación racional/legal combinada con la coercitiva, y como base del sistema electoral, la ficticia construcción de una tipo de dominación carismática en torno a líderes diseñados a través de los mecanismos de reproducción ( y por lo tanto, de manipulación objetiva) que el sistema tiene, crea o domestica: los medios de comunicación de masas.Basta con escuchar argumentos de algunos ciudadanos sobre el significado de la abstención, o sobre la proyección del voto nulo o blanco como "elemento que se apropia directamente el que gana", o que "todos son lo mismo", o que no vale la pena votar porque, "total para qué".

Evidentemente, la inexistencia de un objetivo pedagógico en los poderes emanados del tardo franquismo y la transición tutelada, marcó las primeras generaciones que vivimos, en mayor o menor grado el citado proceso. Pero a quién ha marcado claramente, ha sido a los que ya han nacido en el actual sistema. Y lo ha hecho desde la perspectiva de la sucursalidad, o lo que es lo mismo: el ciudadano es, o un mero consumidor, o un mero cliente, o un mero contribuyente supeditado al criterio de los que supuestamente elige para que le representen en cualquiera de los niveles institucionales de designación electoral ( en el caso de las Diputaciones, órganos de poder que han "revivido" de la mano de la derecha gobernante, los cargos son elegidos por las estructuras partitocráticas y no por la ciudadanía, por lo que podíamos considerarlo un órgano "ademocrático" o "aelectoral"). El verdadero y progresista significado de la democracia, en su sentido más avanzado, ha sido obviado en beneficio de la estabilidad del sistema.

Al margen de que el proceso electoral que culminará el día 25 de mayo sea concebido como ajeno por la ciudadanía; que sea utilizado a lo largo de la campaña en clave nacional, la baja participación y la escasa implicación no desligitima al sistema, pese al sentimiento de muchos y muchas sobre cómo la indiferencia electoral puede ser un factor de cambio ( sentimiento no fundamentado en hecho y que no tiene una proyección más allá de la pura comodidad del que mantiene dicho postulado), el sistema se retroalimenta de la desidia y responde, al menos en la actualidad y desde la perspectiva de quienes han sido legitimados por la ciudadanía en las urnas, con discursos retóricos que, a base de ser repetidos o incluso manipulados ( por sesgados) por los instrumentos de propaganda al servicio del propio sistema, consolidan la idea de inevitabilidad de los acontecimientos.

Una ciudadanía con un verdadero sentido "cívico", defensora de sus derechos y de sus deberes, pero también de los deberes de los queles representan,. se sentiría obligada a incidir directamente en la realidad que rechaza y bajo la que se siente dominada y, porque no decirlo, despreciada incluso. Una ciudadanía formada en valores y no solo en conceptos de consumo, una ciudadanía concienciada de sus reponsabilidades sociales y colectivas, sería fruto de un nuevo proceso de socialización diferente y diferenciado del que sufrimos y seguimos padeciendo por parte del sistema bajo el que vivimos. De ahí la importancia del contenido pedagógico de la desaparecida asignatura de educación para la ciudadanía, único instrumento que se había insertado en el sistema educativo con el objetivo de hacer reflexionar a las jóvenes generaciones sobre el porqué, y el cómo de las formas de organización social en las que vivimos. Pero, evidemente, este objetivo fue, ha sido y es una entelequia, pues iría en contra de los objetivos latentes que el sistema persigue, algo de lo que tampoco ha sido ni es consciente la sociedad, o al menos una gran mayoría que todavía vive ajena a un sistema político que, siendo legitimo, se deslegitima desde su propia actuación.

La conclusión a ésta reflexión es que, desde una posición de ciudadanía comprometida con el sistema en el que vive, si votaría. Y lo haría conscientemente y no presa de motivos puramente emocionales o simbólicos. Lo haría pensando en los derechos que les han sido robados, en el cómo recuperarlos y en cómo consolidarlos para que nadie pueda volver a quitárselos. Una ciudadanía responsable, fruto de un proceso pedagógico, formativo y reflexivo, votaría como herramienta de cambio, de protesta e incluso de revolución electoral. Pero la actual ciudadanía, presa del pánico de la supervivencia, sigue considerándose como algo ajena, buscando en los símbolos impuestos por el sistema, las válvulas de escape a una realidad que les sobrepasa ( el fútbol, por ejemplo), renunciando, por incapacidad, por incomodidad o por simple hipocresia a reflexionar, no ya sobre el presente, sino sobre el futuro de los que van a ser las víctimas de un sistema injusto, víctimas de un perverso juego que utiliza el lenguaje y los instrumentos de reproducción ideológica para imponerse, y así someter a las personas a una realidad que, bajo el argumento de la "necesidad" o de la "irremediabilidad", nos convierte en esclavos presentes y futuros. 

Evidentemente, cabe una reflexión sobre muchos de los conceptos que, de forma algo anárquica he utilizado (dominación, reproducción ideológica del sistema, objetivos latentes, etc), pero eso será en una segunda parte, o quizá sean necesarias más de dos o de tres. Lo cierto es que es un reto que todos los que, de una manera u otra reflexionamos sobre la realidad tenemos ante nosotros, para utilizar, sin ortodoxia y con mucho sentido practico, como elemento de debate plural y, desde ese debate, como pedagogía de cambio, dado el conflicto más que explicito que el mantenimiento del actual sistema plantea en el presente y en el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario