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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

martes, 13 de septiembre de 2011

Los Presupuestos Municipales.

"Malos tiempos para la lírica". Ese podría ser el lema, la premisa con la que la gran mayoría de corporaciones municipales afrontan la elaboración del Presupuesto Municipal para el ejercicio 2012, pero además de los problemas financieros y de que en las arcas municipales hay telarañas, las corporaciones afrontan el reto de dotar de sentido un documento que, de lo contrario, se convertirá en una norma técnica de ingresos y gastos acompañada de una gestión de los recursos puntual, errática y coyuntural, hurtando a los pueblos y ciudades la capacidad colectiva de construir un futuro no solo basado en servicios básicos sino también en programas políticos que diseñen el desarrollo social progresivo y, por lo tanto, el futuro de los ciudadanos y ciudadanas.
Existen, en mi opinión, dos formas de afrontar el presupuesto. La primera se limita a cuantificar los ingresos y los gastos y distribuirlos en partidas más o menos definidas como si de una partida de cartas fuera: 3 para educación, 2 para cultura, 1 para... La cuestión es que, si el reparto se hace así, y además se tiene el condicionante de una deuda más o menos voluminosa ( sumada la deuda financiera y la de los proveedores), la conclusión siempre es la misma: un Presupuesto carente de objetivos más allá de que cuadren los número. La otra forma es, teniendo en cuenta los condicionantes, construir un presupuesto público, primero con la participación de la sociedad ( participación que debe ir precedida de formación e información). El segundo objetivo de esta "otra" forma es priorizar gastos, anteponiendo las urgencias o necesidades sociales a los gastos prescindibles o potencialmente reducibles al no suponer una prioridad vital: al no suponer un derecho socio económico fundamental. En esta otra forma de diseñar el presupuesto, entrarían, por ejemplo, las inversiones en infraestructuras que incidan en el tejido económico, inversiones que afecten, no solo al diseño estructural de un pueblo, sino al nuevo escenario que los municipios ( principalmente dependientes del ladrillo) tienen ante sí. Otra cuestión ha tener en cuenta es dar cumplimiento a un objetivo absolutamente imprescindible en un presupuesto que se sitúe junto a la ciudadanía: los derechos sociales. Es necesario que, directa e indirectamente se apoye a los sectores de la sociedad que la enésima crisis capitalista ( porque habrá más, pues los especuladores no duermen). Dotar partidas destinadas a los Mayores, a los y las jóvenes. Dotar partidas para la formación orientadas al autoempleo asumiendo compromisos más allá de la coyunturalidad anual del documento económico, o lo que es lo mismo: poner en marcha programas a medio y largo plazo que incidan directamente en la calidad de vida de las generaciones futuras, pero también que influya en la de las generaciones que hoy soportan sobre sus espaldas la responsabilidad de sacar adelante una familia a cualquier coste.
Evidentemente, pedir que el presupuesto incida en la democracia política, pero además en la democracia económica y en los derechos sociales, es lo mínimo que se puede pedir a una corporación cuyo discurso esté dispuesto a romper con la demagogia de: todo por el pueblo. 
En lo que respecta a nuestro pueblo, solo un apunte: es inconcebible, inasumible y hasta vergonzoso que la partida de juventud ( por ejemplo) se haya reducido en la primera propuesta un cincuenta por ciento mientras la de festejos sube. Es inconcebible que con un nivel de endeudamiento aceptable, no se consignen infraestructuras sociales destinadas a avanzar en la igualdad, estando siempre junto a los que el sistema no tiene ningún problema en prescindir de ellos. Es inconcebible que no haya ninguna propuesta que avance en el diseño de un nuevo modelo económico. Un modelo alternativo y de futuro. Pero ya sabemos que la máxima del "es lo que hay" parece que nos incita a resignarnos ante la evidencia de una realidad que en apariencia no queremos cambiar.
Creo que las organizaciones de izquierda minoritarias tienen una gran oportunidad para plantear iniciativas de progreso. No solo redistribución de partidas, sino propuestas que incidan en el bienestar, que partan del concepto de la solidaridad y cuyo objetivo sean la igualdad social y económica. Tienen una oportunidad de, ante una derecha que no cree en la democracia política más allá del hecho electoral, abrirse a la sociedad y dar la palabra a quien desee tomarla, de dar la oportunidad de debatir, no solo sobre los números, sino sobre las necesidades y la viabilidad de todas y cada una de las propuestas que la sociedad pueda plantear. Pero ésta estrategia debe partir de un planteamiento de mínimos por parte de las organizaciones políticas de izquierdas, de una relación de actuaciones y programas que puedan considerarse la piedra angular de un nuevo proyecto político y social. Espero que no defraudemos a los y las que todavía creen que hay otra forma de hacer política, más allá de sumar o restar números, pues esto rebaja la actividad política a una mera representación en un consejo de administración de una empresa, y el Ayuntamiento, por mucho que se empeñen los tecnócratas no es una empresa, es una plataforma de representación democrática que debe empezar a mirar el futuro más allá de sus propios intereses partidistas, e influir en base a ideología y propuestas en el diseño de un pueblo que, de lo contrario, nos avergonzará dejar a nuestros hijos e hijas.

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