Fruto del "tradicional" ( y aceptado) culto a la personalidad, surge una nueva polémica por las palabras del Alcalde de El Campello, utilizando el Llibret de Festes. La plataforma vecinal considera que en las líneas que el Alcalde dirige a la ciudadanía, carga abiertamente contra ellos, o al menos contra opiniones vertidas por ese colectivo en torno a los presupuestos para festejos.
Es cierto que tanto ellos como otros muchos pedimos que el esfuerzo presupuestario se centrase más en políticas y programas destinados a paliar los efectos de la crisis en los y las trabajadores y trabajadoras. Los que así pensamos, desde el respeto a la pluralidad de expresiones culturales, sociales, etc, consideramos que las necesidades socio económicas no están cubiertas, por lo que es ahí donde se debe incidir. La opinión del Alcalde es otra, evidentemente.
El espíritu festero del que habla el Alcalde, hay que recordar que es relativamente jóven ( a diferencia de otras localidades donde hace siglos que se celebran). De ahí, que la demagogia pseuso cultural marque en demasiadas ocasiones las referencias a la tradición.
El Alcalde, utilizando un medio en el que, como mucho deberían poder expresarse libremente los y las representantes de la ciudadanía utiliza un argumento, digamos, pueblerino ( yo soy profundamente pueblerino, pero el lo hace en su acepción más retrograda y reaccionaria). "Si no estas dentro, no puedes opinar" ( viene a decir más o menos el Alcalde). Simplemente decirle que cualquier ciudadano puede opinar de lo que considere oportuno. Es igual que si hubiera dicho que, al no haber apoyado a la derecha, hoy gobernante", no puedes criticar su acción política ( inacción, más bien). La ciudadanía puede y debe cuestionar, incluso los axiomas sobre los que se construye el presunto carácter de una colectivdad. Y lo debe hacer ( y lo hace) desde el espíritu propositivo, esto es: planteando que los esfuerzos económicos hay que hacerlos donde hay que hacerlos.
La "infalibilidad" de los políticos al uso nos dejan perlas como estas para reflexión de la ciudadanía. El ego personalista y el culto a la personalidad de una estructura ( la municipal) basada en el presidencialismo ( que beneficia a caracteres egolatras) castra la presunta democracia en la que vivimos al encarnarse como "primer" a personas cuyo único mérito ha sido encabezar una candidatura, pero sin saber el número de apoyos directos que ha recibido.
Y termino. La cuestión municipal está, por decirlo de forma positiva, estancada. Se encuentra en un estado de coma aceptado por una ciudadanía cada día menos crítica y más contemplativa. Y como diría un home refraner: de estos polvos, aquellos lodos. Los que recogeremos todos.
Es cierto que tanto ellos como otros muchos pedimos que el esfuerzo presupuestario se centrase más en políticas y programas destinados a paliar los efectos de la crisis en los y las trabajadores y trabajadoras. Los que así pensamos, desde el respeto a la pluralidad de expresiones culturales, sociales, etc, consideramos que las necesidades socio económicas no están cubiertas, por lo que es ahí donde se debe incidir. La opinión del Alcalde es otra, evidentemente.
El espíritu festero del que habla el Alcalde, hay que recordar que es relativamente jóven ( a diferencia de otras localidades donde hace siglos que se celebran). De ahí, que la demagogia pseuso cultural marque en demasiadas ocasiones las referencias a la tradición.
El Alcalde, utilizando un medio en el que, como mucho deberían poder expresarse libremente los y las representantes de la ciudadanía utiliza un argumento, digamos, pueblerino ( yo soy profundamente pueblerino, pero el lo hace en su acepción más retrograda y reaccionaria). "Si no estas dentro, no puedes opinar" ( viene a decir más o menos el Alcalde). Simplemente decirle que cualquier ciudadano puede opinar de lo que considere oportuno. Es igual que si hubiera dicho que, al no haber apoyado a la derecha, hoy gobernante", no puedes criticar su acción política ( inacción, más bien). La ciudadanía puede y debe cuestionar, incluso los axiomas sobre los que se construye el presunto carácter de una colectivdad. Y lo debe hacer ( y lo hace) desde el espíritu propositivo, esto es: planteando que los esfuerzos económicos hay que hacerlos donde hay que hacerlos.
La "infalibilidad" de los políticos al uso nos dejan perlas como estas para reflexión de la ciudadanía. El ego personalista y el culto a la personalidad de una estructura ( la municipal) basada en el presidencialismo ( que beneficia a caracteres egolatras) castra la presunta democracia en la que vivimos al encarnarse como "primer" a personas cuyo único mérito ha sido encabezar una candidatura, pero sin saber el número de apoyos directos que ha recibido.
Y termino. La cuestión municipal está, por decirlo de forma positiva, estancada. Se encuentra en un estado de coma aceptado por una ciudadanía cada día menos crítica y más contemplativa. Y como diría un home refraner: de estos polvos, aquellos lodos. Los que recogeremos todos.
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