En el PsoE, con tal de salvar los muebles ( al menos eso creen), están acostumbrados a utilizar el método del sacrificio para saldar sus pecados. Ahora, el ínclito secretario general, el felipista ( zapaterista y lo que haga falta) se plantea "reestructurar el grupo parlamentario" para que las vergüenzas recaigan sobre otro, que, por supuesto, no sea el y su errática dirección.
En todos los territorios del Estado Español, los social liberales ( y lo siento por los socialistas que todavía puedan quedar en sus filas) arreglan los desaguisados utilizando escarmientos públicos. En el País Valenciano fue, primero Joan Ignasi y luego su sucesor, el desaparecido Alarte. Y en el resto de territorios pasa tres cuartos de lo mismo. Pero, lo de hacer una autocrítica de la mierda de oposición que hacen, del vergonzoso papel que están desempeñando como muletilla con conciencia de la extrema derecha gobernante, nada de nada.
Y ahí tenemos a los disciplinados y obedientes que, criticando al felipista, cierran filas cuando se trata de dar una opinión pública. El único que parece no seguir la premisa de obediencia es el secretario general de Madrid, Tomas Gomez, que da su opinión sin más, aunque por ello los cimientos del partido tiemblen de vez en cuando.
Esto, sintiéndolo mucho, no tiene arreglo. Pues la cura pasaría por una catarsis completa y profunda, tanto a nivel organizativo como a nivel ideológico, y para eso, no están en político los vividores y profesionales de lo institucional, ¿verdad?.
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