Más de diez mil personas han salido a la calle en Alicante. Miles de personas verdaderamente preocupadas por el negro futuro que se nos augura. Miles de personas reivindicando una sociedad de derechos y menos sumisión ante los entes no democraticos: banca, transnacionales, especuladores, etc.
La preocupación se reflejaba en los eslóganes y en las pancartas, pero éste dinámico y activo movimiento tiene la obligación de superar el "no nos representan" e intentar que las fuerzas que confluyen en las movilizaciones, se concreten en un instrumento útil para que el cambio sea posible.
No me sirve el "no nos representan, esto no es democracia es una dictadura..." si todo se queda en protesta y no cristaliza en un movimiento político que, armado de los principios éticos que se exigen y proponen, impulse un movimiento político donde, sin exclusiones, se vean plasmadas las ilusiones y anhelos de tantos y tantas miles de ciudadanos y ciudadanas.
Las organizaciones políticas tradicionales, con mayor o menor contundencia en su discurso, van a asumir algunas de las propuestas, e incluso va a contar con algunas de las personas que han participado en el movimiento de protesta pero, ¿ respetarán los principios éticos que el movimiento 15M ha exigido, como pueda ser la revocabilidad de cargos, la rendición de cuentas, la exclusión inmediata y fulminante de los transfugas y corruptos?, ¿respetarán las propuestas para suprimir de un plumazo los privilegios de los políticos en todos los niveles?, ¿respetarán las reivindicaciones en materia de servicios públicos, sociales y derechos económicos?. Apropiarse oportunistamente de alguna que otra propuesta no da credibilidad a un movimiento o partido político. La credibilidad la da la participación, el apoyo incondicional y el poner a las organizaciones al servicio de la ciudadanía, que es, en definitiva, lo que la ciudadanía que sale a la calle está pidiendo.
Creo que tras el 20N muchas reflexiones tendrán que promoverse, muchas asambleas tendrán que convocarse y muchos análisis tendrán que realizarse. La izquierda ( y cuando hablo de izquierda no me refiero al actual PsoE, aunque su ala izquierda todavía tiene mucho que plantear, si quiere ser útil para lo que se creó) debe confluir en programas, propuestas e iniciativas que, inevitablemente deberán concretarse en plataformas políticas y sociales que impulsen acciones concretas, principalmente dirigidas a la transformación de las instituciones, tales como Ayuntamientos y Gobiernos autónomos. La derecha, si los malos augurios se concretan, gobernará con su discurso demagógico y sus recortes sociales en beneficio de la rentabilidad privada, y a ser posible amiguetes o arrimados. El PsoE, condicionado por sus intereses personales y económicos, se verá incapacitado ( ojalá no sea así) para realizar reflexión alguna y mucho menos autocrítica. Es el momento de la izquierda alternativa,
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