Parece que el cierre de RTVV se ha consumado. La enésima tropelía de la derecha valenciana, en mayoría (gracias a las urnas, que no a la sociedad), ha decidido que prescindir del vehículo de transmisión de la cultura y la lengua valenciana, no era más que un trámite parlamentario.
El canal que ha servido a la derecha para manipular, amordazar, manipular y subvertir ya no le es útil. La excusa de que no es viable se ha puesto en entredicho al presentarse un plan de viabilidad por parte de lxs trabajadorxs del énte. Ahora solo queda recoger las pertenencias y echar la persiana a veinticuatro años de existencia.
Es muy grave que un instrumento que fue creado para servir de vínculo y difusión de nuestra cultura y nuestra lengua haya sido cerrado por obra y gracia de la derecha, pero es más grave, en mi opinión, que la sociedad valenciana ( al menos una parte) lo justifique por su pasado manipulador y su presente en quiebra. La oposición parlamentaria, que representa ( en principio) a un gran número de valencianxs ha sido obviada por los cavernícolas de la derecha, y eso les debería llevar a una reflexión clara, concreta y de inmediata concreción: la unidad.
Que cada uno haga la guerra por su lado, que cada uno intente sacar el mayor rédito electoral posible de una situación ( de una suma de situaciones) es, legítimo pero poco practico para la sociedad. El que las diferentes opciones políticas se enroquen en posiciones unilaterales es posible que les sea útil a sus intereses partidarios pero a la sociedad no le será nada útil.
Creo que la necesidad de una unidad estratégica y programática propiciaría, no se si un cambio institucional ( o muchos, en cadena) pero si conseguiría que la sociedad visualizara que el cambio es posible y que, más allá de los intereses de partido, se intenta construir un proyecto de progreso, un proyecto de izquierdas de forma colectiva y democrática.
Allá cada uno con su responsabilidad, pero en su momento habrá que recordarles que, más allá del sentido endogámico hay una sociedad, una clase trabajadora que necesita como el comer una plataforma plural para garantizar el futuro; otro futuro.
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