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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

martes, 3 de diciembre de 2013

¿FRUTO DE LAS CIRCUNSTANCIAS?. TODO ES UN PLAN.

Lo que está ocurriendo en Europa y en el mundo no es fruto de la casualidad, sino de la causalidad. La causa, no es otra que la victoria del capitalismo más salvaje, ahora llamado de forma eufemística, "neoliberalismo".
Para el liberalismo económico o neoliberalismo, las causas de las crisis son "naturales".Son "una fase necesaria e incluso saludable para el progreso económico (Shumpeter y la destrucción creadora). Por lo tanto, las consecuencias de estos "fenómenos naturales" no son más que meros daños colaterales: el paro, robo de ahorros por parte de bancos y cajas, ruina de la pequeña empresa, etc. ¿Que la economía "real" es la gran perjudicada, que la economía "productiva" es la que sufre las consecuencias"?. Eso sigue estando en el marco de la "naturalidad" de la crisis pues, de ella, solo saldrán los verdaderamente fuertes como si de un proceso de selección natural se tratase y no de lo que realmente ocurre (una lucha desigual entre poderosos y oprimidos en los que los poderosos cuentan con la inestimable colaboración de los Estados entregados a la causa del crecimiento desigual e injusto).
Los recortes. Esa es otra cuestión "inevitable". Pero si en vez de mirar absortos las palabras de los "lideres" de turno, analizásemos esa "inevitabilidad", podríamos verificar que en absoluto se basa en hechos, sino en ideas y planes.
La aminoración de las instituciones no es ni más ni menos que el recorte de la democracia ( ya de por si limitada a un aspecto delegativo/representativo). Los recortes en educación persiguen el embrutecimiento futuro y, por ende, la maleabilidad social como instrumento de dominación. Los recortes en sanidad, van en la línea, por un lado de beneficiar a las entidades privadas ( al igual que las pensiones) y por otro la de someter a la población a un deterioro de su salud progresivo (¿perversa la afirmación?). Cualquiera de los logros sociales obtenidos a través de la lucha de la clase trabajadora en las décadas de los setenta y ochenta son lastres para el desarrollo de un verdadero sistema de "libertad económica". El control público de la economía no es ni más ni menos que la injerencia de masas de indocumentados y lerdos en un sector "complejo", solo comprensible para mentes "lúcidas y preparadas".
La democracia, aún con sus limitaciones, permite a una amplia capa social decidir periódicamente sobre la redistribución de las riquezas ( a través de la fiscalidad que cada opción político defienda y su resultado en apoyos electorales, aunque cada vez ésta premisa está más cuestionada dado el incumplimiento sistematico de los "contratos electorales" por parte de los gobiernos).
El programa de los neoliberales (escrito hace décadas y puesto en marcha a "sangre y fuego" en muchos lugares de la tierra) tiene unos ejes claros ( Los fundamentos de la libertad, de F.V.Hayek)), que se han ido integrando en los programas de gobierno de los diferentes partidos; desde los conservadores ( en España, derecha pura y dura con sus correspondientes connotaciones patrióticas-clericales) hasta la social democracia. La caída del muro de Berlín, además de suponer una esperanza para la libertad en los estados dominados por un pseudo socialismo degenerado ( capitalismo de estado más bien) ha causado una influencia doble: por un lado los partidos conservadores y de derechas se han erigido como vencedores en una guerra ideológica que les permite afirmar sin pudor que el único sistema posible ( a la vista de lo que ellos denominan "fracaso comunista") es el capitalismo. Por otro, a las organizaciones obreras y partidos social demócratas, les ha causado un trauma que les orientó, más si cabía, hacia posiciones neoliberales.
¿Y cuales eran los puntos de ese supuesto programa neoliberal?. Privatizaciones, desregulación del trabajo, desregulación de la vivienda, reducción de derechos ( subsidios, ayudas, etc) y, por supuesto, un objetivo principal: acabar con la influencia de los sindicatos.
Las organizaciones sindicales, ya de por si parte del entramado institucional, siguen conservando un mínimo poder de convocatoria y organización entre la clase trabajadora. El "interclasismo" que éstas organizaciones han venido practicando a lo largo de décadas, las ha ido transformando en empresas de servicios y asesoramiento laboral, en detrimento de su principal función: la lucha por el mantenimiento y mejora de las condiciones laborales, la participación de lxs trabajadorxs, la lucha por la dignificación de las condiciones de vida, los derechos sociales, etc. Ese "entreguísmo" les ha colocado como victimas propiciatorias de un sistema decidido a acabar con cualquier vestigio del carácter reivindicativo y movilizador. Sus propios errores, la limitación de la democracia a la representatividad ( modelo de democracia limitada al hecho electoral), la dependencia económica de los estados les colocan en una complicada situación ante la clase a la que representan y se deben ( la clase trabajadora). Los cambios y transformaciones que una parte de la sociedad exige en las estructuras políticas/institucionales debería suponer el inicio de un debate autocrítico en las organizaciones sindicales con el objetivo de recuperar, hoy más que nunca necesario, su carácter de clase y profundamente democrático, participativo y de lucha. En caso contrario, el objetivo de los neoliberales de finiquitar los últimos vestigios de lucha ( defensiva, pero lucha), habrán triunfado y la clase trabajadora se encontrará a merced ( como lo está "gracias", por ejemplo, a la Reforma Laboral que permite el descuelgue en los convenios de sector, la negociación directa trabajador-empresario, etc...)
Todas las reflexiones anteriores nos llevan a una primera conclusión: todas las medidas y planes neoliberales están sustentados por un ejercicio de violencia, entendida ésta como violencia económica o incluso como violencia directa utilizando los instrumentos que tradicionalmente han empleado los estados para la defensa de sus intereses como superestructura: los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
Las diferentes opiniones sobre el Estado ( Marxista y Social demócrata) difieren sobre su carácter, que ya no es solo una teoría, sino una realidad: el Estado como instrumento y el Estado como fin.
Los neoliberales ( y la gran mayoría de la socialdemocracia vencida ideológica y políticamente) considera el Estado, y además de una forma natural, como la expresión de la "voluntad popular". Un instrumento desde donde influir en la sociedad y, por ende en la vida cotidiana de las personas. Los clásicos del Marxismo se postularon de forma diferente. El Estado era ( y en su expresión actual, en mi opinión sigue siéndolo), la expresión de la lucha de clases. Es el instrumento de dominación de unas clases sobre otras, o lo que Engels afirmaba: 
"...el Estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, de una fuerza que está por encima de la sociedad y que "se divorcia cada vez más de la sociedad".
Por consiguiente, la dominación tiene que dotarse de un instrumento de defensa de los intereses de clase: el ejercito, la policía, etc ("El Estado -dice Engels-no es, en modo alguno, un Poder impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco 'la realidad de la idea moral', 'la imagen y la realidad de la razón', como afirma Hegel. El Estado es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad  se ha dividido en antagonismos irreconciliables... Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso se hizo necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del 'orden'. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado" )

Y ésta reflexión y su concreción en la vida actual se resumen, al hilo del "plan" al que hacíamos referencia de los neoliberales en una teoría: la violencia.
Evidentemente hay otras teorías expuestas por los "teólogos" del capitalismo ( la teoría de la destrucción creadora, por ejemplo), pero vemos que la confluencia con un verdadero Plan trazado desde estadios desconocidos y fuera del control de la sociedad, donde se "cuece" la política que, desde el axioma de "inevitable", provoca el sufrimiento de la sociedad. Nada al azar.

Resulta claro que el neoliberalismo y la democracia ( "el neoliberalismo y la democracia mantienen una relación poco feliz" afirma Ignacio Ramonet en su libro La Catastrofe Perfecta) son incompatibles, de ahí que tengamos ante nosotrxs otra prueba más del carácter violento de la defensa del estado como contradicción de clase: la Ley mordaza. En nombre de la "seguridad del Estado y sus Instituciones", se legisla contra la libertad de expresión, la libertad de reunión, de manifestación, etc. Se pone una piedra más en la construcción del "Estado capitalista perfecto", donde la ciudadanía pierde por completo el carácter de pilar fundamental para convertirse en ese eufemismo capitalista que parece aceptado por todxs: consumidores y consumidoras. Nada al azar.

Y, finalizo. La última pero no menos perversa de las acciones que desde el Estado ( en su sentido de dominación de clase) es la manipulación. 
El control de la información, la tergiversación, la manipulación en definitiva de lo que era un derecho y ahora es un producto ( la información), me lleva a afirmar que ésta ( la información) es inexistente. Los medios de información de masas pertenecen en su totalidad a grandes y poderosos grupos empresariales. Al mismo tiempo, dependen economicamente de entidades financieras que no solo poseen acciones, sino que además son acreedores directos de éstos, por lo que las líneas editoriales están pensadas y diseñadas, no para informar, sino para crear opinión.
Los medios informativos se han convertido en "think tanks" ideológicos cuyo objetivo es crear estados de ánimo; crear opinión. Esta batalla ( la ideológica) la domina el sistema capitalista a la perfección.
La pregunta que suscitan éstas reflexiones y otras muchas que se plantean o pueden plantearse es siempre la misma: entonces, ¿qué hacer?. 
Evidentemente yo tengo mis ideas sobre el qué y el cómo, pero solo son eso: ideas de un humilde obrero. Pero que no por humildes voy a dejar de plantear de una forma practica. En una próxima entrada del blog,y siguiendo el análisis de ese "Plan", iré desgranando lo que, en mi opinión y en el ámbito más cercano podría ser un plan alternativo para intentar desmontar, desde lo próximo y por partes, ese estado autoritario basado en una democracia formal ( electoral) y en un aislamiento de la sociedad en departamentos estancos para así evitar cualquier tipo de contagio ideológico.
Personalmente sigo creyendo en la política como instrumento de cambio, como actividad impulsora de nuevos escenarios desde donde crear y construir. Sigo creyendo que los partidos políticos cuya historia ha sido la lucha por la igualdad, los derechos sociales, laborales y la justicia social en definitiva, tienen un papel que jugar: un papel fundamental. Pero creo que los movimientos sociales que han ido surgiendo como respuesta espontanea y no organizada también tienen un papel importante. Compaginar ambos, consensuar y acordar estrategias conjuntas es el instrumento con el que deberíamos contar los y las trabajadores y trabajadoras, pero el obstáculo es complicado y difícil de salvar: el corporativismo endogámico basado en intereses personales y no colectivos.
Seguiremos disertando y reflexionando, intentando ir más a lo concreto, pero con una base ideológica que, no por antigua está desfasada, sino todo lo contrario: solo basta asomarse a la calle para verlo.
Milton Friedman con Pinochet




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