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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

lunes, 2 de diciembre de 2013

NO ES PAÍS PARA SORDOS ( políticamente hablando...)

La sociedad, la que protesta y la que, consciente de lo que esta pasando ( y parece que va a seguir pasando), conforma esa "mayoría silenciosa" de la que tango gusta hablar a la derecha, está por un cambio. Un cambio de ciclo, pero también un cambio ( no traumático) en los mismos que deberían aglutinar ese cambio: los partidos.
El surgimiento de nuevos partidos políticos ( algunos ya con una trayectoria de años, marcada por el eclecticismo cuando no por el oportunismo) denota que la sociedad, silenciosa o no, está pidiendo cambios. Las criticas a la actual estructura se dan en todos los ámbitos sociales. Evidentemente, la visualización de esa crítica se cristaliza en protestas ciudadanas, pero también en un descontento silencioso ( que la derecha se apropia) en el seno de las familias que sufren el desempleo y la crisis desde una posición de resistencia individual y de resignación crítica 
Las organizaciones políticas históricas tienen la oportunidad ( y la obligación, por ideología y por principios) de dar un golpe de timón y, desde una nueva estrategia, aglutinar, tanto a los sectores de la sociedad que piden en voz alta cambios de políticas y cambios en el sistema institucional, como a los que de forma silenciosa y resignada esperan que algo o alguien tome las riendas de la situación.
Evidentemente, para muchxs de nosotrxs, lo ideal sería que esa mayoría resignada se sumase a las protestas, pues éstas supondrían un espaldarazo a los deseos de cambio. No obstante hay que ser conscientes de que, ni siquiera la necesidad, ni siquiera la pobreza propiciará cambios en la ausencia de ideología de una sociedad acostumbrada a delegar en otros la tarea de pensar. Ese "logro" también hay que apuntárselo a la izquierda que, con su abandono del debate ciudadano, con su negación durante años a la necesaria permeabilidad de sus propias estructuras hacia la sociedad, ha "conseguido" que la sociedad se acomode, incluso en la incomodidad.
Como decía, las organizaciones históricas ( si hablamos de tradicionales, la connotación daría a entender que no se espera de ellas más que continuismo, y no es así) tienen, además de la oportunidad, la obligación de hacer una reflexión y reconducir su acción política, abriendo las puertas de sus "bunquerizadas" estructuras a las voces críticas. Sin miedo, con responsabilidad y con el talante de propiciar un cambio previo en sí mismas que impulse un cambio en la sociedad. No sobra nadie, pero muchos de los que están son prescindibles. Su trayectoria, sus declarados intereses absolutamente institucionalizados y su propia creencia en que solo ellos tienen la legitimidad les deben llevar a abandonar la hegemonía que actualmente "disfrutan" y que nada aporta a la sociedad ( aunque sí mucho a los que la sustentan).
En la totalidad de ámbitos ( municipal, autonómico, estatal y europeo) se vislumbra un cambio, pero éste no puede venir solo de una jornada electoral. Debe ser propiciado por un ejercicio democrático verdaderamente radical en su concepción y de consenso en su debate.
Estoy seguro de que el futuro es de las ideas y de los compromisos de una izquierda que, renovada, no renuncie a ninguno de sus planteamientos ideológicos. Que, aunque renovada, no renuncie a ninguno de sus valores. Y la renovación, al menos en mi humilde opinión, está más que claro ( a la vista de los acontecimientos, e incluso de los no acontecimientos), que debe ser tarea de la sociedad, y de los partidos como instrumento y no como fin.

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