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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

jueves, 19 de diciembre de 2013

POBREZA Y RESIGNACIÓN.

L@s pobres, no sólo lo son porque no puedan comer, o porque no puedan calentar a sus hij@s por no poder pagar el recibo de la luz: lo son porque su espíritu, su conciencia vive atemorizada ante los poderes públicos que ejercen violencia económica y social. Los pobres viven acongojados porque no consideran que su papel sea importante, que el o ella pueda aportar nada a la sociedad.
L@s pobres ven como "normal" que los políticos cobren e incluso algunos medren de forma ilegal; para l@s pobres, eso es "normal" porque, desde los medios de comunicación, desde los poderes económicos se vende que la "normalidad" es aceptar el presente sin cuestionarse quien lo imponga ni como.
El carácter acrítico de una gran parte de la sociedad permite que las instituciones sean entes ajenos, fiscalizadores de la vida cotidiana y recaudador compulsivo. Ese mismo carácter acrítico, ha sido construido por la despolitización de la sociedad ( despolitización entendida como alejamiento y desentendimiento de la sociedad respecto a la política, a las ideas.) impulsada por las organizaciones que históricamente han representado a la clase trabajadora. Esa falta de conexión es el resultado de la institucionalización de la política, robándole el protagonismo a la sociedad  y entregándoselo a los representantes de los partidos ( entes cerrados y bloqueados que, lejos de ser patrimonio de quienes dicen representar, son órganos de defensa de intereses).
Un día tras otro las agresiones siguen aplastando a la sociedad que, sin que se pueda entender ( al menos yo) sigue asistiendo a como se condena a nuestros hijos e hijas a vivir sumisos e ignorantes.
Cuando alguno hemos realizado llamamientos a la rebelión social, a la construcción de un sentimiento crítico colectivo, nos han tachado de "iluminados", e incluso, casi de terroristas. Se nos ha pedido que "dejemos en paz"  a la gente cuando lo que realmente se nos pedía era silencio cómplice con sus intereses.Y personalmente estoy cansado de que los demás nos miren de reojo, con sospecha: lo único que nos queda (que me queda), es el derecho a revelarme, y no voy a renunciar.
La sociedad tiene que reaccionar; tiene que levantarse y, superando el miedo y ese individualismo impuesto, unirse y luchar por el presente y por el futuro: nuestrxs hijxs no se merecen nuestra cobardía.

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