La muchachada de Ratzinger recorría feliz las calles de Madrid alabando a su dios y a su principal "comercial" en la tierra. Cuando se cruzaban con los "laicos" las caras de asco y los insultos ( maricón, comunistas...así que fíjate tu que insultos) no faltaban, pero la policía, en uso de las competencias políticas de la subdelegada de Madrid ( nombrada por el Gobierno) arremetía contra los laicos y laicas que protestaban pacíficamente contra el ingente gasto de dinero público en los fastos de alabanza a una secta como la que representa el tal Ratzinger ( el comportamiento es claramente sectario, no porque los católicos sean en sí una secta).
Y la policía, en una clara actitud fascista, lo que viene a demostrar con esta actuación es la necesidad de ponerla al servicio del pueblo y no al servicio de los poderes, incluido el de la iglesia: los católicos, los musulmanes y los ateos y ateas tiene derecho a expresar sus sentimientos o la ausencia de éstos sin que por ello reciban palos de lo que, en casos como el que nos ocupa, son el brazo armado del capitalismo y sus esbirros: los gobiernos títeres. La policía actuó como un grupo fascista, y eso no es que deba ser investigado, deben ser depurados con urgencia los elementos fascistas, incluida, la delegada del gobierno en Madrid, y el Gobierno en pleno que ha tenido que rectificar para abrir una investigación que en principio negaba.
El riesgo de las actuaciones de este terrorismo ( pura kaleborroca policial) de baja intensidad que practican los cuerpos de seguridad del estado capitalista es que asumamos que la única respuesta que el sistema va a entender es la violencia en defensa de nuestras ideas, pero claro, esto es delincuencia, barbarie gamberra y no un acto de defensa, que para eso, ya está el ejército, la policía y los cuerpos que garantizan la libertad de unos y los intereses de unos pocos.
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