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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

lunes, 5 de enero de 2009

LA CRISIS DEL CAPITALISMO -2-

Pero el capitalismo tardío no puede atenuar durante un período limitado sus contradicciones internas por medio de la inflación per¬manente sin pagar un precio elevado -a la larga insoportable- por esta tendencia: la desorganización creciente de su sistema monetario internacional, los crecientes riesgos de hundimiento de todo el sistema bancario y de todo el sistema de crédito internacional.
Hipócritamente, los capitalistas y sus ideólogos concentran su fuego, a este respecto, sobre las deudas de los países llamados "del Tercer Mundo" y de los Estados llamados socialistas (que nosotros preferimos llamar Estados obreros burocratizados o Estados post¬-capitalistas). Pero en realidad, el capitalismo atravesó un imprevisto boom económico después de la segunda guerra mundial flotando sobre un océano de deudas que desbordan hacia cuatro orillas: 1) las empresas capitalistas privadas, incluidas las firmas multinacionales; 2) los países del Tercer Mundo; 3) los gobiernos imperialistas; 4) los gobiernos de los Estados obreros burocratizados. De estas cuatro masas de deudas, la más importante es la primera y no la segunda. La tercera ya superó a la cuarta y puede superar a la segunda.

Los detonadores de las recesiones de 1974-1975 y de 1980-1982 fueron los detonadores clásicos y su desarrollo fue un desarrollo clásico: superproducción en los sectores clave de la expansión precedente (automóvil, construcción inmobiliaria, acero, petroquímica, etc.), baja de la tasa media de ganancia, agravación de las tendencias especulativas e inflacionistas, obligación para la burguesía de iniciar una política deflacionista, desocupación en rápido ascenso y, debido a esto, contracción del mercado interior, concurrencia interimperialista e interimperialista acentuada, con ascenso del proteccionismo y contracción del mercado mundial.
Ciclo industrial y ondas largas
El hecho de que Marx haya puesto en descubierto los mecanismos fundamentales, estructurales, de las crisis de superproducción capitalista, implica que hay rasgos fundamentales, estructurales, comunes entre todas estas crisis. Pero no implica' que todas las crisis son estrictamente idénticas. Cada crisis representa de hecho una combinación de rasgos generales y de rasgos particulares. El mismo Marx analizó en detalle los rasgos particulares de una serie de crisis que él vivió, como la crisis de 1857-1858 y su aspecto monetario, y la de 1861, ligada a las consecuencias de la Guerra de Secesión en Estados Unidos.
No puedo analizar en detalle todos los rasgos particulares de las crisis de 1970-1971, de 1974-1975 y de 1980-1982. Pero quiero insistir sobre un aspecto esencial de esta combinación de rasgos particulares y rasgos generales de las crisis actuales: la combinación entre el ciclo industrial septenal o sexenal, y la onda larga de tendencia depresiva que comenzó manifiestamente hacia el fin de los años 60. Esta sucedió a una onda larga expansiva que se extiende de 1948-1949 a 1968 (salvo en los países anglosajones, donde comenzó sin duda hacia 1940).
Esta combinación entre ciclo industrial clásico y onda larga depresiva tiene consecuencias considerables sobre la evolución económica a medio y largo término. Tiene consecuencias igualmente importantes en el plano social y político.
La onda larga depresiva actualmente en curso se caracteriza por la "vulgarización" de las innovaciones tecnológicas iniciadas durante la onda larga expansiva precedente, lo cual es por otra parte una característica general de las ondas largas de estas dos tonalidades fundamentales diferentes.
En la práctica esto quiere decir tres cosas: 1) mantenimiento de una tasa de crecimiento anual, bastante elevada, de la productividad; 2) baja y hasta desaparición de la "renta tecnológica", de las sobreganancias monopolísticas de los grandes trusts, incluidas las "multinacionales", lo cual contribuye a deprimir la tasa media de ganancia; 3) descenso considerable de la tasa media de crecimiento de la producción, que permanece durante largo tiempo inferior a la tasa de crecimiento de la productividad. El resultado es claro: a la vez, el aumento de la desocupación y la ofensiva de austeridad de la burguesía se mantendrán durante un largo período, independientemente de lai, fluctuaciones cíclicas de la producción anual.
Para no hablar más de la desocupación de los países imperialistas: subió de 10 millones en 1970 a 15 millones en 1975, a 20 millones en 1978, a 30 millones en 1980, a 35 millones en 1983, y alcanzará 40 millones en 1985, independientemente de la recuperación en curso. Por otra parte se trata de estadísticas que subevalúan fuertemente la realidad, pues no incluyen a todos aquellos y aquellas que, como lo dicen tan elegantemente los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses, "han abandonado el mercado del trabajo" habiendo perdido toda esperanza de encontrar un empleo. Se trata ante todo de las mujeres rechazadas hacia los hogares, y de los trabajadores inmigrados rechazados hacia su país de origen.
En el marco de la onda larga depresiva, ha habido desincronización cíclica entre la crisis que castiga a los países imperialistas, y la crisis que castiga a los países semicolóniales y los países dependientes semindustrializados. Especialmente estos dos últimos han podido mantener una tasa de crecimiento relativamente elevada, sobre todo en México, en Brasil, en Corea del Sur, en India, en Taiwán y en una serie de los países de la OPEP. Pero a partir de 1980, la situación cambió radicalmente. Hoy los países llamados del "Tercer Mundo" leven golpeados duramente por la crisis.
Para los menos subdesarrollados de entre ellos esto significa un cambio de clima socioeconómico y político completo con relación a los diez años precedentes, una pérdida de credibilidad de los proyectos de industrialización (de desarrollo) en el marco del capitalismo internacional, de los proyectos nacionalistas-populistas, etc., con una caída brutal del nivel de vida de las masas. Para los más pobres de entre ellos lo que se está desarrollando es una tragedia de dimensiones históricas, de la cual, para vergüenza común de todos nosotros, vanguardia revolucionaria internacional, para no hablar ya del movimiento obrero internacional, no se ha tomado la menor conciencia. Se puede resumir esta tragedia en una fórmula: la onda larga depresiva provoca una pauperización absoluta en los países semicoloniales más pobres que lleva el poder de compra de los salarios medios hacia el nivel de las raciones de alimentos de los campos de concentración nazi.
La función política y social de las diferentes interpretaciones de la crisis
La defensa de la teoría marxista de las crisis no es sólo un deber de honestidad científica, de capacidad de comprender, de explicar y prever la marcha de la economía mundial. Desempeña también un papel preciso en la lucha ideológica que se desarrolla hoy en el seno de la opinión pública, es decir de la -lucha de clases política, de la lucha de clases en el sentido más directo. Desempeña un papel aún más preciso en las líneas divisorias en el interior del movimiento obrero internacional, entre aquellos que, bajo las formas más diversas y con las excusas más contradictorias, aceptan a la crisis como inevitable y se contentan con proponer recetas para administrar esta crisis con dosis graduales de austeridad, y aquellos que quieren organizar, ampliar y generalizar el rechazo de toda política de austeridad, la resistencia militante y activa contra la ofensiva del capital, la lucha contra la desocupación mediante la introducción inmediata de la semana de 35 horas sin reducción de salario semanal y con contratación obligatoria, la lucha por una alternativa anticapitalista de conjunto a la política de austeridad. Esta línea divisoria contrapone en último análisis a todos los defensores de la colaboración de clases y a todos los partidarios irreductibles de la independencia política de clase del proletariado, por la cual Marx se batió toda su vida a partir de 1850.
Sin poder hacer una lista exhaustiva de todas las "explicaciones" de recambio de la crisis con relación a la explicación marxista, mencionaremos los esquemas ideológicos siguientes:
• La crisis sería el resultado inevitable del alza excesiva de los salarios directos e indirectos durante la fase de expansión precedente. Hay una versión derechista de esta "explicación" (la explicación neoclásica, monetarista: "The workers priced themselves out of the labor market"). Hay también una versión de "izquierda" de esta explicación: la teoría del "profit squeeze", que volviendo de Marx a Ricardo, reduce la caída de la tasa de ganancia a la caída de la tasa de plusvalía, es decir que explica la crisis por el alza de los salarios.
• La crisis sería el resultado inevitable de la inflación, considerablemente aumentada por el alza de los precios del petróleo en 1973 y en 1979.
• La crisis sería el resultado de una conspiración de las multinacionales, o de una conspiración del imperialismo norteamericano, para « restablecer (o consolidar) su hegemonía sobre la economía capitalista internacional, incluso sobre la economía mundial.
• La crisis no sería más que un mecanismo normal de relanzamiento y de redespliegue internacional de la acumulación de capital, que el capitalismo sería capaz de realizar y qué por otra parte estaría ya en vías de realizarse.

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