Leo un artículo de un antiguo compañero, militante de la izquierda "tradicional" sobre la presentación de la nueva organización EQUO. Y me llama poderosamente la atención que se intenta confundir a la opinión pública vendiendo las excelencias de la nueva formación contraponiendo la necesidad de vencer las "verdades absolutas y los mitos" como actitud positiva ante los postulados políticos que este nuevo partido defiende. Evidentemente, el "partidismo" guia las manifestaciones de mi admirado compañero, con el que, evidentemente, estoy en desacuerdo, pero sin ningún dogmatismo.
No creo que EQUO venga a llenar ningún vacio, al igual que no creo que otras muchas organizaciones que puedan nacer lo hagan. La izquierda es la izquierda, y si alguien o algunos han intentado apropiarse de las ideas para su propio beneficio, no ha sido entonces un fracaso de las ideas sino una prostitución de la estrategia.
Creo, sinceramente, que la pluralidad que existe en la izquierda no puede seguir caminando sobre la senta de la atomización: la unidad debería ser el objetivo. Los errores endémicos de la izquierda transformadora ( y cainíta) son los que han situado como principal valedor de la izquierda a un partido que, no solo ha traicionado sus principios ideologicos, sino que estretegicamente se ha colocado al lado de nuestro enemigos de clase ( y digo enemigos y de clase porque sigo creyendo que la historia de la humanidad es la história de la lucha de clases, escenificada con mayor crueldad pero como mayor conciencia en el capitalismo). El Partido centenario de Pablo Iglesias ha renunciado a todo por el poder, y eso tiene un precio que, tanto la dirección como los cargos electos como (parece) la militancia, está dispuesta a pagar. Pero el resto de la izquierda, desde los movimientos comunistas hasta los ecosocialistas y nacionalistas de izquierdas no deberíamos favorecer una mayor disgregación que únicamente beneficia al bipartidismo que decimos combatir.
Considero humildemente que las verdades absolutas no deben confundirse con principios ideológicos sólidos (sin ortodoxia), que los mitos no deben confundirse (interesadamente) con romanticismo simbólico, y que el pragmatismo no debe confundir a la ciudadanía, excluyéndo otras opciones que defienden lo mismo, e incluso de forma más radical.
La izquierda plural debe vencer sus complejos atávicos y, cargándose de responsabilidad, trabajar por la unidad desde la pluralidad. Debemos, entre todos y todas, construir una alternativa donde las ideologias vuelvan a ser instrumento de debate y no sólo bandera.
Querido compañero, entiendo tus argumentos pero creo que abundan en lo que combatimos, y desgraciadamente, ni tus opiniones sobre EQUO, ni la nueva organización, aportan nada a un proyecto de izquierda rojo, verde, violeta, internacionalista y nacionalista, etc. Pero a pesar de todo creo que los puntos que nos siguen uniendo son más sólidos que los que nos separan, aunque creo que tenemos que seguir buscándolos para unirnos en la lucha unitaria que en el fondo defendemos, aunque desde diferentes posiciones.
Un abrazo, compañero.
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