UNIDOS, LUCHANDO POR NUESTROS DERECHOS.

Estas palabras, que con toda la buena intención se dicen una y otra vez, suenan vacias si no están acompañadas de una estratégia más allá del aspecto lúdico reivindicativo: hay que dotar el movimiento de estrategia. ¿Cual?. La que sea, la que se acuerde, la que se considere más adecuada para lograr los fines que se persiguen. Por ejemplo: la extrema derecha utiliza la intoxicación mediática, las verdades a medias y la injuria continua y continuada ( con el eco que sus diferentes altavoces mediáticos le ofrecen) para lograr crear una imagen que no es cierta. La extrema derecha carece de propuestas porque la social derecha las ha puesto sobre la mesa y las ha aprobado, por consiguiente, el único recurso que le queda a la extrema derecha es infundir desconfianza, miedo y, sobre todo, mucho rencor. Esa es una estrategia. ¿ Y qué estrategia sería la más adecuada para defender NUESTROS DERECHOS?. Evidentemente la movilización es una parte de la estrategia, pero la movilización, por sí misma no consigue más que incidir tímidamente sobre las estructuras que se critican y, en todo caso, conformarse con que la estructura criticada acepte asumir las migajas del total de las reivindicaciones que se planteen en defensa de NUESTROS DERECHOS. 

Evidentemente, yo no soy favorable ni estoy a favor de la táctica reduccionista, de la estrategia del entretenimiento pues la historia, de la que deberíamos haber aprendido, nos dice que, cualquier lucha, cualquier movimiento reivindicativo, ha logrado sus objetivos de dos maneras: obligando por la fuerza ( fuerza, entendida como fuerza de la movilización, de la huelga, etc), o aceptando el tablero de juego propuesto, jugando y modificando las reglas a fuerza de incrementar el apoyo y la participación en las estructuras que se pretenden cambiar. Podría ser calificado como opción oportunista la decisión de aprovechar las estructuras para cambiarlas, pero, en mi opinión, nada más lejos de la realidad. El problema que aquí se suscita es la posible desconfianza que pueda darse en cuanto al mantenimiento de los principios éticos del movimiento una vez decidida la entrada en la estructura. 

La estrategia del debate continuo, de la fiesta reivindicativa "apolítica", de la Asamblea libertaria, de las barricadas (acampadas), debería ser una parte de la estretegia, pero no la única. Y aceptar las reglas para cambiarlas no es un retroceso, no supone renuncia alguna a concretar la utopía de construir un sistema más justo, más social y más democrático. Supone encauzar todas la potencialidad de un movimiento libre y autónomo hacia el cambio que se pretende. 

El sistema es un monolito pétreo impermeable ( excepto por su propio interés) que debe ser agujereado desde dentro para derrocarlo y sustituirlo por otro, pero debemos ( es mi opinión) aprovechar los recursos y medios para luchar por la justicia, la libertad, la igualdad....

Salud y Socialismo