Evidentemente, lo que escribo tiene un grado de especulación, pero por los rumores que corren por las calles de El Campello, la nueva legislatura empieza a caminar, y las piedras en el camino no van a faltar.
El Alcalde ya ha firmado su primer decreto: las delegaciones. Y parece que la siguiente propuesta está perfilándose: los salarios.
Por lo que se comenta en los corrillos, el Alcalde ha decidido bajar sustancialmente el presupuesto destinado a salarios, y eso no está mal. Pero, el criterio de la bajada es lo que se podría poner en cuestión. El asunto es que, por decirlo así, algo huele mal...¿en Dinamarca?. No, en El Campello ( además de la Planta de Les Canyades) y el mal rollo se centra en el reparto de los salarios. ¿Es normal que determinados grupos mantengan su estatus ( con una sustancial rebaja, pero manteniendo la estructura de concejales con dedicación exclusiva) y otros sean "laminados", dejándoles prácticamente en paños íntimos ( esto de paños íntimos lo pongo, porque me parece que es una forma graciosa de definir calzoncillos o bragas)?. Mantener personal de confianza para el equipo de gobierno y para otros grupos, negándoselo a los unipersonales ( ni siquiera el apoyo administrativo que pudiera ofrecerse echando mano del propio personal de la casa para ahorrar) huele a acuerdo de no agresión, a pacto no escrito, a chanchullo para frustrar cualquier futuro acuerdo de la oposición "favoreciendo" un enfrentamiento inicial por cuestiones puramente crematísticas ( en el caso de los unipersonales, de mera supervivencia). Y en esto, el gobierno en minoría de la derecha ha puesto encima de la mesa su primer órdago: ¿es capaz la oposición de consensuar una propuesta alternativa, o simplemente van a primar los intereses particulares y necesidades pecuniarias ?
Sin datos, no se pueden demostrar las afirmaciones sobre laminación y atomización de la oposición mayoritaria pero, tiempo al tiempo. Seguramente, antes del día 23 ( fecha prevista para la primera sesión Plenaria ) sabremos si la voluntad del nuevo Alcalde es tener en cuenta que se encuentra en minoría o simplemente que ha asumido la vara de mando como si ya tuviese asegurada una mayoría estable, aunque esta sea puntual y, renunciando a la afirmación, sentencie con la abstención).
Por otro lado la penosa imagen de un J.Alarte en el estrado del Parlament ofreciendo a los presuntos corruptos un pacto de "progreso", me recuerda a aquel Z.P ofreciendo al PP una "pinza" en materia de legislación de partidos políticos y en otras cuestiones. Si la derecha aceptase (que no lo va a hacer), solo faltaría culminar el cariñoso saludo entre Alarte y Camps con un abrazo institucional que diese carta de naturaleza al talante del PSPV para la nueva legislatura. ¿Así se construye un proyecto nuevo, diferente y alternativo?.
Todo está por escribir en la legislatura que da sus primeros pasos, pero a la vista de como se empiezan a mover las fichas, las estrategias tanto de unos como de otros empieza a visualizarse.
Finalmente un comentario a la próxima constitución de la Diputación provincial. Una corporación provincial compuesta por ex alcaldes y alcaldesas del PSPV que, habiendo perdido el "modus vivendi", han conseguido del aparato un paraguas económico institucional. Y por parte de la derecha, alcaldes y concejales de los victoriosos ejércitos "populares" de la comarca, un síntoma de que la gestión de la Diputación importa bien poco: lo que interesa es colocar peones para controlar partido e institución en la provincia de Alicante. La "vendetta" que la derecha está desarrollando contra sus enemigos internos da vergüenza pues lo hace utilizando las instituciones y las dedicaciones exclusivas ( los salarios), pero al tiempo y para ejemplarizar, se castiga al ostracismo a la oposición para que por lo menos molesten menos ( al tener menos medios para trabajar). Esta claro que la austeridad debe primar, pero no la venganza, la prepotencia y el autoritarismo institucional (caso de Alicante).
En El Campello todavía nos quedan muchas cosas por ver, y seguro que algunas de ellas van a dejarnos con la boca abierta ( institucionalismo rampante y aceptación de situaciones por "el be del poble", algo que, de tanto repetir han vaciado de contenido y provoca, como mínimo, nauseas).
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