Entramos en un periodo en el que l@s ciudadan@s tienen que elegir (nunca mejor dicho) entre las diferentes “ofertas” electorales. Dada la coyuntura social y económica en la que nos encontramos (en todos los niveles) y a pesar de que la intención es centrar la posible decisión en el ámbito local, va a ser imposible separar el sentimiento de frustración general (crisis, paro estructural que se consolida, agravación de los problemas sociales, etc). Por esto, si hay que “castigar” ( entiéndase como decisión de voto y no en otro sentido) a alguna opción política, hay que hacerlo valorando el papel que cada cual ha jugado y está jugando en la actual etapa, sopesando igualmente los planteamientos políticos que se han venido manteniendo en la última legislatura tanto a nivel local como autonómico , como estatal.
La derecha a nivel autonómico no hace falta decir que está en un pozo que, oler, no huele bien dada la retahíla de imputaciones que le están cayendo encima por presunta corrupción, presunta financiación ilegal, presunto enriquecimiento ilícito, y otros varios presuntos más. En el ámbito estatal ya estamos viendo que, aunque no las plantee abiertamente, las propuestas son las mismas, e incluso más avanzadas en el deterioro de los derechos sociales y económicos en beneficio de los “mercados y los especuladores financieros” (ya sean estos privados o públicos como el BCE o el FMI). En el ámbito local a nadie se le escapa que hemos tocado fondo hace mucho tiempo: inexistencia de políticas coherentes con la situación de quiebra del modelo del “ladrillo”, enfrentamiento interno por el mantenimiento de las cuotas de poder y de los beneficios que el mismo conlleva, mantenimiento igualmente (y en los momentos de mayor virulencia de la crisis capitalista) de una súper estructura político administrativa desajustada e injusta, etc.
La opción progresista que representa el PSPV arrastra un déficit de compromisos y un exceso de verbalidad con la corrupción como argumento. Un liderazgo cuestionado a nivel autonómico, unas candidaturas donde han desaparecido piezas claves de un hipotético proyecto progresista avanzado ( caso de Manuel Mata) y una indefinición de propuestas que, con el avance de la campaña deberían concretarse de una forma más clara y visualizable para la ciudadanía. En el ámbito estatal no es posible defender las propuestas de un partido socialista que ha perdido el apoyo de su base social y electoral natural ( la clase trabajadora) para lanzarse a un proceso de reformas que, debido a la procedencia de las mismas, es más perverso si cabe ( los mercados y sus mercaderes: BCE, FMI, OMC…) Nadie puede justificar que, tras la pérdida de derechos sociales ( reforma laboral, Jubilación ,etc) y económicos ( rebaja de salario a los empleados públicos, congelación de inversiones, etc) considera que la “normalidad” llegará en 2014 con un 16 ( o más) por ciento de desempleo. No obstante, en el haber del gobierno central están los Planes de Inversión Local (Plan E) que han permitido que se realizasen inversiones en infraestructuras en nuestro municipio, no siendo aprovechadas por la derecha ni utilizadas como instrumento político por la izquierda ( se ha perdido una más que interesante oportunidad de plantearle a la sociedad las alternativas, de explicar el porqué y para qué…).
El papel de la izquierda institucional en la legislatura que acaba no voy a valorarlo yo, pues pecaría de parcialidad excesiva y la visceralidad de mis opiniones restaría cualquier hipotético valor de análisis a mi reflexión. Que cada uno valore si se ha estado donde se debía, como se debía y cuando se debía.
Dicho lo dicho, la única opción que, en mi opinión, queda a la ciudadanía es optar por “castigar” en las urnas a las organizaciones que, en mayor o menor grado han sido coparticipes de la situación que atravesamos. Es necesario valorar en su conjunto el papel que cada organización u opción ha jugado a lo largo de estos últimos años y optar por un cambio, no solo de personas (que siendo importante, no es lo más importante) sino de políticas y de compromisos políticos y éticos. En mi opinión sería interesante para el futuro de la sociedad campellera que otras organizaciones políticas con mayor contenido ideológico, con mayores compromisos con las clases trabajadoras y con un contenido ideológico más decidido en la recuperación de políticas que beneficien a la hoy anestesiada clase trabajadora.
Evidentemente mi opción es clara: la papeleta debe ir a la izquierda. A esa izquierda convencida de que la alternativa no es la sumisión a poderes no democráticos. A esa izquierda que sigue creyendo en el potencial de la política como instrumento y no como fin. A esa izquierda que mantiene vivos los compromisos con los más débiles y debilitados por las envestidas de la avaricia capitalista. Creo que el voto de los trabajadores y trabajadoras debe ir a la izquierda para, desde una nueva concepción de la democracia participativa, construir un proyecto colectivo donde el sujeto principal sean las personas y no los indefinidos conceptos financieros ( que deberían estar al servicio de las personas y no al revés, como en la actualidad se plantea).
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