Este principio, por el cual se rigieron la mayoría de partidos comunistas satélites del estalinismo es un concepto que, sin nombrarlo, parece estar presente en la actualidad política.
L@s comunistas se desprendieron de el hace años y l@s socialistas no lo utilizaron, de forma nominal, aunque si de en su subliminal forma orgánica: todo el poder para el secretario general.
Este, junto a otros, es uno de los males que han provocado la clara arteriosclerosis política e ideológica en nuestra organización, en mi opinión. La actitud acritica de la inmensa mayoría del Comité Federal, es un ejemplo de ese centralismo democrático. Esto, junto a que las "federaciones" no ejercen como tal, sino como meras sucursales de los sectores de influencia orgánica, han dibujado ( y dibujan) el perfil político de la organización hasta nuestros días. Es imprescindible que la democracia impregne nuestra organización y la decisión vuelva a las bases, a la militancia. Es necesario que esas bases tomen conciencia de que "no estan al servicio del lider", sino del socialismo y su causa. En ese momento, habremos comenzado el camino que nos llevará, no solo a gobernar, sino a hacerlo para cambiar las cosas en favor de los nuestr@s: la clase trabajadora.
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