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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

miércoles, 19 de mayo de 2010

ES NECESARIA UNA EUROPA DIFERENTE

Manuel Moret*
La ofensiva que los mercados han lanzado contra el euro en las últimas semanas ha forzado a que los países miembros de la Unión Monetaria se movilizaran con rapidez. La carencia de un gobierno en condiciones de coordinar una política económica común, lo han suplido creando un fondo de 750.000 millones de euros para evitar la bancarrota de algunos de sus socios. La repetición de esa amenaza financiera, no es en absoluto descartable. Así, la política —es decir, el acuerdo— podrá frenar las pretensiones de esa dictadura de los mercados.

¿Pero qué política han impuesto los mercados tras el abordaje?: la recuperación a toda prisa de la estabilidad presupuestaria que se marcó en Maastricht, poniendo más énfasis en el recorte del gasto, que en mantener los estímulos para el crecimiento y el empleo. Nadie se percató de que lo acordado en 1992 fue un Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento (PEC). Las prisas por escapar de las garras del lobo impidió a nuestros mandatarios europeos recordarles a esos inversores que los abultados déficit eran consecuencia de los fondos públicos que utilizaron para sacar al sistema financiero del sumidero al que el engaño y la estafa lo condujeron; que el apalancamiento y la escasez del crédito destrozó la economía real, cayendo así los ingresos públicos a la vez que obligaba a los gobiernos a afrontar los destrozos de una crisis que dejaba tras de sí a millones de parados. Y también se les pasó por alto establecer sólidas medidas económicas y jurídicas con las que hacer pagar tanto daño causado e impedir desastres futuros.

Esos mismos mercados siguieron dictando a los gobiernos cómo Europa debía atajar el déficit generado: reduciendo a la vez gasto social e inversión pública. Una vieja forma conocida de transferir los costes de la crisis a los más débiles. Es decir, la misma filosofía subyacente en la política conservadora: mercados desregulados, estados muy ligeros de equipaje, rebajas de los pocos impuestos que mantenemos y mucho beneficio privado. En definitiva neoliberalismo puro y duro.

Los estímulos públicos para fortalecer una demanda efectiva que genere crecimiento y empleo, ¡fuera! Eso pertenece al pasado y solo conviene utilizar para sacar del atolladero a bancos en apuros. Y una vez superados, a volver a lo de siempre: beneficios multimillonarios para los gestores y accionistas. La verdad es que no cabía esperar otra cosa de esta Europa neoliberal ampliada, a la que no acaban de agradarle los gobiernos progresistas. Los de Grecia, Portugal y España son tres excepciones bajo peligro de extinción, a veces por errores propios y también a una ciudadanía cada día más distante de la política.

La Europa del pacto social está en declive. Aquel esfuerzo centenario del movimiento obrero y del pensamiento progresista por garantizar distribución justa de la riqueza, solidaridad e igualdad de oportunidades para todos, parece que quiere caducarse, poniendo así en riesgo el futuro y permanente desarrollo de nuestro sistema democrático. Nos alejamos así de una Europa solidaria, de progreso y bienestar. Es necesario que los hombres y mujeres progresistas europeos, dejando temporalmente aquellos matices que pudieran dificultarlo, logren un amplio acuerdo democrático, ilusionante y movilizador, alternativa real al neoliberalismo.

Tarea que deberían impulsar la CES, las y los europarlamentarios progresistas y sus partidos, y las organizaciones cívicas con presencia en casi todos los países europeos. Sería abrir una gran ventana a la esperanza.

*Manuel Moret Gómez, es miembro de la Coordinadora de Attac-PV

http://espspv.blogspot.com/

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