Se vuelven a oír voces que piden, exigen otra huelga general, que cuestionan el papel de los sindicatos, que acusa desde la trinchera sin arremangarse. Estoy harto de las posiciones acomodaticias que, desde la barra de un bar se permite señalar con el dedo para después metérselo en la boca y vomitar sandeces.
Que los sindicatos precisan de una reforma profunda que les de la independencia necesaria respecto al poder político, nadie lo duda. Que la cuestión de los liberados de los sindicatos precisa de una revisión, nadie lo duda pero, ¿cual es el porcentaje de afiliación de l@s trabajadores y trabajadoras a las organizaciones sindicales, ¿ y de éstos, cual es el nivel de implicación?.
Volvemos a desandar el camino para situarnos nuevamente en el borde del precipicio. Cuestionar, no el funcionamiento actual de las organizaciones sindicales, sino su propia existencia es, además de una irresponsabilidad, algo muy peligroso pues volvemos a hacerle el juego a la estrategia neoliberal cuyo objetivo es debilitar el poco o mucho poder sindical para tener sobre la palma de la mano a la clase trabajadora y poder someterla ( como se está intentando) a su ambición acumuladora de beneficios.
Seamos serios: los sindicatos son necesario, imprescindibles en un sistema democrático. Participemos activamente y retomemos la vida orgánica de los sindicatos, la acción sindical en la empresa, el fortalecimiento de la militancia con formación y debate. Seamos responsables, con nosotros y con los pocos instrumentos que nos van quedando a l@s trabajadores y trabajadoras para defender nuestros derechos y los de las generaciones futuras.
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