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EL HERMANO PEQUEÑO DE RECUPERANDO IDEAS.

domingo, 30 de enero de 2011

NI ME GUSTA, NI LO COMPARTO; PERO LO ENTIENDO.

El acuerdo alcanzado sobre pensiones por el gobierno y los sindicatos no lo comparto. Sigo pensando que "la presión de los especuladores" pesa más que el drama de l@s trabajadores y trabajadoras, presentes y futuros. No comparto ni apoyo un acuerdo que vuelve a dejar caer el peso sobre la sufrida espalda de la clase trabajadora, pero entiendo que los secretarios generales de CCOO y UGT hayan llegado a un acuerdo. Y lo entiendo porque solo había dos caminos: o intentar sacar algo medianamente aceptable del gobierno, o plantear una estrategia de confrontación continua.
La primera opción era posible y viable pues al gobierno los fantasmas se le aparecen para decirle que su base social, su sustento político e ideológico se siente vendido a la rapiña financiera, y ese sentimiento hace que no pueda evitar mirar a su izquierda con necesidad y con desasosiego ( ¿o no?). La segunda opción ( la confrontación) no nos llevaría a ningún sitio pues ya se demostró que, a pesar del relativo éxito de la última huelga general, la clase trabajadora, la que tiene empleo, no está por cavar trincheras y mucho menos por lanzarse a un abismo con la incertidumbre de las consecuencias pero con la certeza de que las cosas si o si van a ir peor.
Muchos análisis se han hecho y se harán sobre las consecuencias, los culpables y las vías alternativas que tenemos para salir del atolladero donde la avaricia capitalista nos ha metido, pero lo cierto es que el drama que se está viviendo en éste país no tiene una correlación directa con la movilización.
Quejarnos ahora de que los sindicatos son superestructuras que viven en la mayoría de los casos de espaldas a su afiliación no es descubrir nada nuevo. Pero al igual que con los partidos políticos, el rumbo de una organización sólo pueden cambiarlo sus militantes: en un congreso.
Criticar y calificar ahora a los líderes sindicales como "traidores a la causa" requiere de una reflexión previa sobre a quién traicionan y sobre que causa es la traicionada. Tendríamos que realizar una profunda auto crítica, asumiendo que la desmovilización de la clase trabajadora, su aparente atonía y conformismo es fruto de décadas de abandono por nuestra parte. El trabajo ideológico, la labor de formación y debate político y sindical, la aplicación de la democracia interna y los compromisos éticos han estado ausentes en la sociedad. Han sido sustituidos por el pragmatismo impuesto desde hace décadas por el abandono de la actividad política en la calle y por la ausencia de debate sindical en los centros de trabajo.

La tarea que tenemos que afrontar parte de una revisión de nuestras estrategias y eso, como socialistas de izquierdas, debería originar el análisis de nuestra propia estrategia en el partido y en el sindicato más allá de la declaración personal de desacuerdo en determinados foros.

No apoyo el acuerdo, no lo comparto y considero que es un pacto que consagra la resignación frente a los derechos, pero me niego a criminalizar la actitud de los sindicatos y de sus dirigentes. Entiendo que, en su opinión era la única solución pero, en la mía, no se han agotado las vías de lucha y considero que todavía hay muchos asuntos sobre la mesa, esperando que no se diluyan en la euforia por el "acuerdo" ( la Iniciativa Legislativa Popular sobre el mercado de trabajo, por ejemplo). Así pues, entiendo el porqué, pero no lo comparto. 
 
Ahora, como afiliado a uno de los sindicatos que ha llegado al acuerdo, exigiré en el ámbito sindical que se me explique el porqué, cuando hace algunos días  nos hemos movilizado contra la jubilación a los 67 por ser una medida innecesaria e injusta, por no valorar otras vías que repartan cargas en la solución del problema penalizando al trabajador en beneficio de la "sostenibilidad financiera"  y renunciando expresamente al diseño de un sistema claramente solidario y redistributivo.

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