INTERNACIONALISMO.

Recuperar el concepto de solidaridad es fundamental para que la clase trabajadora de Europa pueda plantear un nuevo escenario político. Es cierto y nadie puede discutirlo que los vientos soplan desfavorables para una izquierda que a pulso y a golpe de apropiarse de las propuestas neoliberales está siendo victima de sus propias contradicciones. Lo fueron los Laboristas Británicos, lo fueron los Socialdemócratas Alemanes y lo serán los socialdemócratas Griegos y Españoles. No obstante, todavía cabe un atisbo de esperanza, siempre y cuando la clase trabajadora abandere una propuesta unitaria y transformadora: de la Europa de los mercaderes, a la Europa de los pueblos y l@s trabajadores y trabajadoras.

Evidentemente suena a alegato trasnochado de viejos nostálgicos, pero es la única vía para, primero, que los partidos socialistas europeos recuperen el pulso político y la vitalidad, no como una mera pieza en manos de los especuladores, sino como artífices de la transformación de Europa y sus pueblos. Los partidos socialistas, por sí mismos en el ámbito nacional, están maniatados y únicamente pueden intentar travestir sus políticas de derechas como políticas de "necesidad". Para salvar el estado del bienestar basta con plantar cara a los mercados especuladores y apostar firmemente por la economía productiva, sin ambages, sin nacionalismos absurdos en una Europa unida económicamente. La cuestión no es si salvamos el euro o no; la cuestión es si dotamos de sentido Europa o la dejamos morir en manos de los ambiciosos y chupasangres.

Si cada uno de los países europeos intenta salvar los trastos por sí mismo, no solo no podrá, sino que con toda seguridad va a enfrentarse, va a competir con otros países y esto provocará que el proyecto de reconstrucción social europeo fracase y no tengamos más remedio que volver a los brazos de la madrastra especuladora. 

En esto, los sindicatos tienen mucho que decir unificando planteamientos, propuestas y actuaciones en el ámbito de la UE. El problema es el mismo para tod@s y para tod@s debe ser la misma solución. No podemos asirnos a los clavos ardiendo que van poniéndonos los especuladores en el camino para finalmente intentar parecernos a China ( por ejemplo). Debemos ser inflexibles en defensa de la justicia, la libertad y los derechos sociales, algo que china incumple, por ejemplo, y que deberíamos valorar en su medida, legislando la entrada de productos manufacturados bajo un régimen de casi esclavitud. Unificar el salario mínimo, los derechos laborales mínimos, los derechos sociales mínimos para tod@s l@s europe@s es el gran reto. No si Francia o Alemania son más o menos, no si España inspira más confianza que Grecia o que Portugal. La cuestión es transformar las instituciones, transformar la acción política y volver a ganar el futuro en base a compromisos, pero con los que son de carne y hueso y no solo cifras y números.