Dos de los "proponentes" que el pasado 10 de enero plantaban líneas políticas para superar la actual situación de la izquierda planteaban, de forma resumida, dos líneas de actuación:
-Ponerse el foco en las grandes desigualdades, que afectan sobre todo a niños, mujeres y ancianos, y dar prioridad a las políticas que aporten igualdad (asumiendo que “no todo el dinero público genera igualdad” y pone como ejemplo el gasto universitario, que en su opinión en realidad genera desigualdad porque los más pobres apenas se benefician de esta gran inversión del Estado)
-Que los ciudadanos y los parlamentos recuperen el poder político que han ido acumulando los expertos.
Por su parte Inés Sabanés, plantea:
-Introducción la radicalidad democrática en el marco de una revisión en profundidad los métodos y formas de los partidos tradicionales.
Ambas propuestas, no es que sean complementarias, sino que son de necesario debate para acordar el cómo aplicarlas desde la acción de gobierno y el cómo desarrollarlas, dentro de una estrategia de alternativa, en caso de estar en la oposición
Evidentemente, la socialdemocracia no está dispuesta ( la dirección de los partidos) a desandar el camino recorrido, que por otro lado es un camino marcado por el potente movimiento neoliberal con el objetivo de desestructurar los logros socio económicos y, de paso, ir restando legitimidad política a los partidos socialistas y socialdemócratas en una estrategia clara de "fin de las ideologías", prevaleciendo la "buena gobernanza" frente a cualquier iniciativa en el camino de la justicia, la igualdad o la solidaridad ( todos contra todos, sobreviviendo sólo los más fuertes, como principio de ley "natural" del movimiento neoliberal).
Evidentemente, las políticas sociales están siendo arrinconadas frente a la planificación del déficit y las medidas aplicadas para cumplir con los objetivos de los mercados y sus instituciones. Pero esto no debería ser un condicionante para que, desde una profunda reestructuración de las instituciones, se racionalizase la inversión pública en servicios y programas destinados a las clases populares y trabajadoras. Ahora que la derecha ultramontana cuestiona el estado autonómico, es necesario recuperar propuestas como la de superar las Diputaciones Provinciales en beneficio de órganos de menor tamaño y mayor rentabilidad social ( mancomunidades). Dicho esto, tenemos la oportunidad en las próximas fechas para plantear a la sociedad el nivel de compromiso social que estamos dispuestos a asumir: el programa electoral municipal y autonómico.
Es un buen momento de decirle a los y las trabajadoras y trabajadores de nuestros pueblos y ciudades que nuestro compromiso está claro: racionalización de recursos para su reinversión en programas sociales y profundización de la democracia utilizando los instrumentos a nuestra disposición ( consejos sectoriales, Consejos escolares, Patronatos y fundaciones públicas, etc).
Las líneas que proponen Urquizu y Sabanés están en el horizonte final pero, ¿qué mejor oportunidad para intentar desarrollarlas que los programas municipales y autonómicos?
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