Llegada la hora de recomponer las candidaturas para presentarse nuevamente ante los ciudadanos, surgen nuevamente las intenciones de buscar y encontrar ese hombre o esa mujer que por su actividad social puede reportarnos un puñado de votos y un plus de prestigio y credibilidad ( normalmente perdida por propia incapacidad). Y la pregunta es, ¿para qué?.
Los mirlos blancos, o esas personas que no han querido o no han valorado militar en ninguna organización carecen, por lo general, de compromisos políticos. No quiero decir que no tenga ideas o planteamientos ideológicos pero no comparten un sentimiento orgánico que, por lo general ( no siempre) comparten los militantes de una organización.
Normalmente suelen ser paracaidistas que, habiendo ocupado algún cargo público o social, son considerados como referentes electorales que, sin aportar nada, se les supone una fuente electoral. Y ¿dónde queda la militancia?. Normalmente los que buscan mirlos suelen, sin reconocerlo, reconocer implícitamente su fracaso al buscar fuera lo que dentro le crea desasosiego o desconfianza, cuando no considera que sus mismos compañero amenazan su estatus. Por esto se busca al amigo, conocido o personaje que, sin cuestionar las miserias de quien le busca, simplemente participa en un proyecto cuyo eje es el personalismo.
El paracaidista puro es el que, mandatado por un órgano superior o un dirigente que incluso puede rozar el mesianismo, acepta sumisamente el papel que se le encomienda. Normalmente eso suele suceder en el marco de operaciones de control orgánico y de vacías ambiciones electorales. Realmente no se quien es peor, si el mirlo o el paracaidista.
Si el "mirlo" ha mantenido una posición cercana, ha participado del debate, ha aportado, puede ser incluso el paso previo a su militancia, aunque esto normalmente no suele ocurrir, sino al contrario. Así pues, me quedo con los militantes puros y duros ( a esos a los que los buscadores de mirlos desprecian y utilizan para sus ambiciones).
SALUD Y SOCIALISMO MUNICIPAL.
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