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lunes, 30 de agosto de 2010

UN PARTIDO ROTO EN MIL CORRILLOS (aplicable a otras localidades..lo de los corrillos, no en la posición de Izquierda Socialista...)

UN PARTIDO ROTO EN MIL CORRILLOS
Quince años después de la pérdida de la Alcaldía de Alicante, el PSPV sigue sin rumbo y merced a las continuas peleas de las 'familias'
30.08.10 - 00:34 - A. BARTOLOMÉ | ALICANTE.Las Provincias
«¿Hay alguien mejor que Antonio?». Esta pregunta, mitad retórica, mitad irónica, la hizo en voz alta en la primera quincena de agosto un destacado miembro del grupo de Ángel Franco, uno de los diferentes sectores que conforman el reino de taifas en el que se convirtió la Agrupación Local del Partido Socialista del País Valenciano (PSPV) de Alicante a partir de las elecciones municipales de 1995. Se refería al veterano Antonio Fernández Valenzuela, en otro tiempo secretario general de esta agrupación.
La cuestión es que después de quince años, los socialistas alicantinos están igual que en 1995, cuando un atónito Ángel Luna se quedó pasmado al ver que le quitaba la Alcaldía Luis Díaz Alperi. Desde entonces, están separados, divididos en media docena de familias, en las que las deserciones o cambios de chaqueta son constantes y donde todos y cada uno de los intentos de renovación han caído de culo con el paso del tiempo.
Tan mal están las cosas que históricos antagonistas como Franco y Valenzuela compartan la preocupación y quieran evitar que el naufragio continúe. Porque durante tres lustros Alperi ha superado y con creces -bien es cierto que con muchísima abstención- a todos y cada uno de sus oponentes: Ángel Luna, José Antonio Pina, Blas Bernal y a Etelvina Andreu. Un repaso a los registros de las elecciones permiten comprobar cómo no se votó en los barrios y, de manera especial, en las últimas elecciones, se aprecia que con los sufragios de quienes apoyaron la candidatura de Vecinos por Alicante y que sin división entre EU y Bloc quizá se hubiera impedido el triunfo de Alperi.
«Pero eso es historia», resume un veterano dirigente del PSOE. «El problema no está en la mediocridad del PP sino en que nosotros somos incapaces de presentar un candidato con garantías para derrotar a la derecha alicantina», resalta. ¿Qué pasa en el PSOE de Alicante? Pues que las familias impiden la unión. El 29 de julio de 2006, Roque Moreno dijo: «Una organización política no debe ser una sociedad de cuotas». Esta frase la pronunció en su discurso de investidura para ser elegido secretario general en la asamblea extraordinaria y finiquitar la gestora que presidió el veterano Antoni García Miralles, después de que José Antonio Román, el secretario general auspiciado por Franco, dimitiera por su oposición al Plan Rabasa.
La histórica división del PSOE en tres familias, herencia de las viejas dualidades entre renovadores y el aparato del congreso de septiembre de 2000, formadas por los seguidores de Valenzuela, Franco y Luis Berenguer se ha diluido todavía más y es muy difícil reconocer este histórico triunvirato, apodo con el que se le conoció en aquella época. Hubo incluso un intento de reorganización, antes del congreso de Alicante en septiembre de 2000 (donde salió elegido Joan Ignasi Pla y se le silbó con fuerza a Ciprià Ciscar antes de la clausura del recién llegado Rodríguez Zapatero) de ahogar el poder de Angel Franco en la ejecutiva local. Todo aquello es historia, porque viejos adversarios son hoy en día compañeros de conveniencia (Valenzuela, Franco) y amigos de toda la vida apenas ya ni se hablan (Roque Moreno, Lalo Díez).
El penúltimo ejemplo fue que en diciembre de 2008 Roque Moreno, el último gran renovador de la ejecutiva, se alió con el máximo representante del aparato y antiguo adversario, Ángel Franco, para consolidarse frente a sus antiguos aliados, los renovadores encabezados por Manuel de Barros, compañeros suyo de grupo municipal y con el respaldo de gente que fue tan afín a Moreno como Lalo Díez o Ángel Pernías. Fue por entonces cuando se consolidó el llamado G-5, grupo de concejales contrarios a Moreno (los citados Lalo Díez, Ángel Pernías, Manuel de Barros).
¿Cómo están las familias ahora? ¿Hay triunvirato? Han cambiado tanto las cosas que ahora muchos ya ni se acuerdan de lo que era aquello. La Agrupación Local del PSOE está todavía más dividida y las fronteras entre una y otra corriente son más difíciles todavía de diferenciar.
El que más poder tiene, pese a todo, sigue siendo el que fuera histórico secretario general de UGT, diputado en las primeras legislaturas y luego senador, para acabar de concejal en la oposición encargado de las pedanías, el profesor de Latín Ángel Franco. Pero es un poder muy particular. No es que tenga la mayoría, ni muchísimo menos, pero sí la mayoría minoritaria. Cualquier entendimiento necesita su visto bueno. Controla aproximadamente un 25% del partido, quizá más. Según sea temporada de deserciones o de arreglos de rupturas. Porque en los últimos años amigos íntimos del máximo representante del aparato que controlaba Ciprià Ciscar bien desde Madrid bien desde Valencia, como eran Manuel Bueno o Agustín Jiménez quisieron volar solos y formar sus propias familias. Está en fin, el pajinato, la familia de la planetaria Leire Pajín, muy etéreo, pero está.
Los antiguos renovadores representados por Carmen Sánchez Brufal (que compitió por Blas Bernal en las primarias de 2003) Antonio Mira-Perceval (máximo representante de esta corriente, los llamados por el aparato chicos del I + D) junto con su mujer Gregoria Graells y gente como Ángel Pernias pueden representar un 10%. ¿Qué queda del sector de Luis Berenguer ? Puede ser un 5%, puede ser más. Está el círculo de Manuel Bueno, antiguo afín a Franco, ¿Qué hay de Izquierda Socialista? En el primer caso todos sus componentes se han volatilizado. En el segundo hay históricos militantes como Paco Pérez Baldó o el propio Lalo Díez. Los viejos esquemas se volvieron a romper en mil pedazos cuando hace dos años Roque Moreno pactó con Ángel Franco su continuidad en la secretaría general. Si Moreno se presentó en 2006 como aladid de la renovación y el fin de las cuotas para acabar la estructura de las familias, un bienio después ante la deserción de quienes le apoyaron (De Barros, Díez) tuvo que recurrir a su adversario (Franco, Brufal) para sobrevivir. «Aquí ya no hay familias, ni reinos de taifas, sólo un montón de corrillos de amigos, de cuadrillas», admite triste un militante.
Moreno ahora anda a la desesperada en busca por enésima vez, del mirlo blanco, después de que tuviera un espectro de pacto con Jorge Alarte tras el descolocamiento provocado por el viejo zorro.
Si el partido recurrió a un veterano como García Miralles para dirigir la gestora tras la dimisión de Román, ahora Fernández Valenzuela, de quien muchos no olvidan que coqueteó con Zaplana y Camps y se puso a su lado con la guerra del agua, ha entrado en el gallinero y sus moradores llevan seis días de revoloteo constante.

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