Se ha concretado la reforma laboral. Como decíamos ayer los criterios siguen la línea marcada por el Gobierno en su propuesta y, pese al discurso oficial y oficialista, la realidad es bien distinta: los recortes de derechos son evidentes.
La lucha contra la temporalidad no compensará la perdida de derechos que han ido a parar a la saca de los empresarios. Y ahí está uno de los problemas: la clase empresarial, en general, no es de fiar ( ver el caso del jefe de los empresarios, el tal Diaz Ferran). Se pone en sus manos la flexibilidad para mover plantillas, y además con subvención.
No es propio de un gobierno socialista legislar de forma tan agresiva contra l@s trabajadores y trabajadoras, es más; estoy convencido que en caso de haber estado en la oposición habriamos luchado contra una medida injusta y que precariza y propicia perdida de derechos.
La entrada de las empresas privadas en la gestión de la contratación en clara sustitución del INEM no es solución para la inoperancia de éste órgano. Seguramente existen otras vías que explorar ( ceder a los Ayuntamientos, descentralizar no solo la formación, sino la contratación en las autonomías...).
La publicidad va a centrarse en la lucha contra la temporalidad pero no va a decir que los trabajadores y trabajadoras vamos a estar peor que antes. La lucha contra el paro está errando el tiro. Primero el recorte en la inversión productiva en infraestructuras públicas ( la opción mixta la vamos a pagar todos con su uso), y ahora la flexibilización subvencionada.
Aquí tenemos un artículo bastante claro y concreto sobre la reforma:
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